''Dar nuevo ser a una cosa que degeneró, restablecerla o mejorarla''. Algo así debía ser el compromiso tantas veces difundido por don Pablo (Manuel) Iglesias respecto a la política y la casta. Política, la que a su entender parece que se ha degenerado a lo largo de los cuarenta años que nos hemos dado de democracia. Y bajo esta premisa tal parece, también, que se ha desarrollado una casta política que todo lo contamina. Y para tal regeneración venía él: un Mesías de nuevo cuño. Él, en la nebulosa de sus círculos, había de cambiar los comportamientos de nuestra sociedad política y civil (de donde sale aquella) a fin de que abandonemos unas conductas y unos hábitos reprobables para llevar una vida moral adecuada.

Sucede que tras su eclosión en aquellas elecciones europeas, en las que se vio beneficiado por un cierto hartazgo de la sociedad y una adhesión a los principios regeneradores propuestos y también, por qué no, a su imagen, a su cara, expuesta como "logo" en las papeletas de aquellas elecciones, su acción política ha venido decayendo y mostrándose tan "casta" como la que venía a erradicar. Y aun peor. Dio la talla cuando todavía no había salido el secretario general del PSOE, don Pedro Sánchez, de recibir el encargo del Rey para intentar formar Gobierno y don Pablo Manuel Iglesias se lo estaba confeccionando en toda la extensión. Este era el regenerador.

La mala praxis política, la corrupción, la malversación, había que erradicarlas drásticamente, exigiendo la dimisión o el cese de cualquier cargo público que se viese inmerso en alguna de esas circunstancias. Ello como necesario efecto a la regeneración prometida. Pues tampoco. Esa erradicación, esa sanción, esa dimisión, sólo ha de afectar a los otros. A los míos no. Los míos, cuando malversan, cuando disponen de los fondos públicos para cuitas "regeneradoras" es porque lo está haciendo en pos de la "transparencia" y además de forma ejemplar. Es lo acontecido con dos de sus concejales en el ayuntamiento de Madrid. Investigados (antes imputados) judicialmente por la libre disposición de 100.000 euros para financiación de dos encargos detectivescos, saltándose además la legislación de contratación pública, y sin contar con la autorización de la alcaldía a tal fin. Y cuando le preguntan a don Pablo (Manuel) Iglesias, supongo que los medios de comunicación no vetados, por el hecho y por la aplicación del "código ético" de Podemos, se muestra con toda la soberbia totalitaria que le embarga y se despacha con lo expuesto en el párrafo anterior.

Y con este personaje quiere cerrar acuerdos el otra vez secretario general del (nuevo) PSOE, don Pedro Sánchez ¿Será cuestión de totalitarismos?

Pedro y Pablo, apóstoles que fueron de Jesucristo para levantar su iglesia. Pedro y Pablo, ángeles caídos en nuestro tiempo con el fin contrario, a pesar de que el segundo se apellide Iglesias.