Una cosa es tener en cuenta lo que los demás piensan, algo que puede resultarnos muy útil para conducirnos mejor por la vida, y otra muy diferente es preocuparse en exceso por esas opiniones hasta el punto de atormentarnos y/o paralizarnos.

"Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años y un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer mundo. Así, se fueron los tres con su burro y pasaron por cinco pueblos.

"Pero al pasar por el primer pueblo oyeron que la gente comentaba: ¡Mira ese chico mal educado! ¡Él, arriba del burro y los pobres padres, ya mayores, llevándolo de las riendas! Entonces, la mujer le dijo a su esposo: No permitamos que la gente hable mal del niño. El esposo lo bajó y se subió él.

"Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: ¡Mira que sinvergüenza ese tipo! Dejar que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima. Entonces, tomaron la decisión de subir a la mujer al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.

"Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: ¡Pobre hombre! Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro. Y pobre hijo... ¡qué le espera con esa madre! Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje. Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que sus pobladores decían: ¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!

"Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: ¡Mira a esos tres idiotas: caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!"

Vivir pendiente de lo que piensa o dice el resto de las personas hace que dejemos de hacer lo que realmente queremos.

¿Cuántas veces nos planteamos hacer cosas o tomar decisiones y dejamos de hacerlas por el qué dirán? ¿Dónde está el límite entre lo correcto y lo deseado? ¿Entre lo justo y lo injusto? Está claro que hay decisiones importantes que hay que tomar con la cabeza fría, pero hay otras donde manda el corazón. ¿Qué camino hay que tomar?

El estrés que producen estas situaciones dará lugar a múltiples situaciones donde la ansiedad o la depresión llegarán a formar parte de nuestra rutina. La cabeza no para, sigue y sigue pensando constantemente qué hacer, el miedo a las consecuencias paraliza y lo que puedan pensar los demás nos atormenta. Dejar un trabajo, una pareja, dar un paso hacia una meta personal, que tú y solo tú piensas y entiendes, hacen que te sientas solo en esa toma de decisión. Nos apoyamos en comentarios que oímos de otras personas, ya sea porque critiquen a otros que ya lo hicieron, o porque nos avisaron con comentarios subliminales o quizás hasta muy directos. Quizás tienen razón o quizás no. ¿No se trata de que en esta vida debemos ser felices?

El estrés que genera esta situación, un estrés mantenido y devastador, hará que poco a poco nos vayamos debilitando, que no tengamos fuerzas, que no durmamos, que no paremos de comer o que se nos corte el apetito, que seamos incapaces de sentir placer, que nos agotemos y que cada vez tengamos menos energía para dar el paso que queremos dar. Por lo tanto, si estás en esta situación, hay que coger fuerzas, pensar que la gente hace con su vida lo que quiere y no te pregunta, que existen muchos cobardes que jamás hicieron nada pensando en la opinión que tendría de ellos la gente y además vivieron toda su vida amargados. Ten tu conciencia tranquila. Si estás pasando por esto es porque las cosas no funcionan. Quizás es tu responsabilidad, quizás elegiste mal, quizás las cosas cambiaron y no a cómo querías. Unas expectativas mal encaminadas. Un cambio evolutivo. Puede haber muchas razones. Lo importante eres tú. Tu vida y tus circunstancias. El mundo al completo no está para entenderte. La envidia del resto es mala compañía. Escucha consejos sabios, apóyate en quien te comprende o en quien haya pasado por eso, en quien te quiera, en quien quiera lo mejor para ti. Analiza si estás bien, qué variables pueden influirte, trabájalas, lucha por ello. Puedes hacer muchas cosas para aliviar el estrés que sufres y que puede no ayudarte en estos momentos. Hacer deporte, alimentarte bien, tener tiempo de ocio, compartir buenos momentos, tomarte un descaso, relajarte, y cuando estés en paz contigo y sientas ese bienestar, entonces toma la decisión. Solo desde la paz interior conseguirás llegar a tu meta, ser feliz. "Ande yo caliente, ríase la gente". Ánimo, se puede.

*Psicóloga y terapeuta

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