Cada vez teníamos más cerca el minuto noventa y la desesperación era casi absoluta. La isla completa esperaba con el corazón encogido que se obrara el "milagro". Con el partido que estábamos jugando solo podíamos apelar a eso: a una intervención divina. Las pérdidas de tiempo del Getafe eran desquiciantes y nos sacaban la ira más contenida. Estábamos viendo en directo cómo nos robaban nuestro sueño delante de nuestras narices. Al Tete se le escurría de las manos el ascenso a Primera: jugada a jugada, minuto a minuto. La pelota que teníamos en el estómago ya no nos dejaba respirar: y llegó el pitido final. Todo nuestro entorno enmudeció cariacontecido mirando cómo la afición del Getafe se convertía en marea e inundaba el campo.

Y si la vida es injusta, el sábado por la tarde el fútbol también. De haber ocurrido al contrario, mucha gente que no somos nosotros hubiese estado hoy tan hundida como nosotros. Y si el último partido del Tenerife fue malo, la temporada ha sido fantástica: hemos tenido hambre y rabia suficientes para estar a un gol del ascenso hasta el minuto noventa y cinco de la última jornada. Y claro que es verdad que cuanto más alto subes más dura es la caída, pero aquí estamos. Y si el Madrid es capaz de llegar a la final de la Champions y perder, pero en la campaña siguiente volver a llegar a la final y ganar, ¿quién dice que no vamos a conseguirlo nosotros y por qué? ¿Solo porque no somos el Madrid? #ÁnimoTete

@JC_Alberto