Agentes de la Policía Nacional, en una operación conjunta con la Policía de Rumanía, detuvieron a 57 ciudadanos de 13 nacionalidades diferentes que formaban parte de una red criminal -dirigida por clanes familiares rumanos- que defraudó 3 millones de euros traficando con smartphones "premium".

Adquirían datos de carácter personal a través de teleoperadores en empresas de telefonía. Con ellos, compraban de manera fraudulenta móviles de alta gama usurpando la identidad de las víctimas y efectuando los cargos a sus cuentas. Aportaban domicilios de entrega falsos o inexistentes y, a través de mensajeros que previamente habían captado, desviaban su curso legal. Cuando los receptadores recibían la mercancía la introducían en el mercado a través de locutorios y comercios.

Las investigaciones comenzaron cuando los agentes recibieron la información de que un grupo perfectamente organizado estaría estafando a compañías telefónicas españolas y a sus clientes. Para ello contaban con la colaboración de empleados desleales que trabajan como teleoperadores en este tipo de empresas, que se encargarían de obtener de manera ilegal datos de carácter personal de los ficheros y bases de datos de clientes a cambio de una remuneración económica.