El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, cumple hoy un año en el cargo con una alta aprobación ciudadana a pesar de su polémico comportamiento y los más de 7.000 muertos causados por la llamada "guerra contra las drogas".

La última encuesta publicada por los medios, en la que participaron las consultoras SWS y Pulse Asia, el mandatario obtuvo entre 75 y 72 por ciento de aprobación ciudadana en los índices de confianza y conformidad con sus políticas, informó hoy el diario "Philippine Star".

Duterte, quien se pasará el día en la ciudad de Davao, mostró indiferencia ante los números.

"Yo no soy un hombre que pretenda clasificarse a si mismo. Es para los demás hacer eso. Tu puedes calificarme como ''bueno'', ''muy bueno'', ''excelente'' o ''muy malo'', y no me importará. Yo solo hago mi trabajo", declaró el presidente la víspera en una emisora local.

Antes de la toma de posesión de la presidencia, el 30 de junio de 2016, el político anunció su intención de realizar una intensa campaña contra el consumo y venta de drogas en todo el país.

Fruto de esta medida más de 7.000 personas han perdido la vida a manos de la Policía o ejecutados por patrullas vecinales.

La Administración de Duterte también ha plantado cara a los grupos yihadistas que operan en la sureña isla de Mindanao, donde el regidor declaró la ley marcial tras el asalto de los extremistas del Grupo Maute a la ciudad de Marawi.

Maute se levantó en armas el 23 de mayo en esta población del noroeste de Mindanao, donde el conflicto entre islamistas y Ejército continúa enquistado en el centro de la ciudad y suma ya más de 400 muertos y 265.000 desplazados.

Por otro lado, el presidente también avanzó hacia la paz con otros grupos armados, entre ellos el Frente Moro para la Liberación Islámica, también en Mindanao; y hubo un acercamiento infructuoso con los guerrilleros comunistas del Nuevo Ejército del Pueblo.

Los titulares en prensa sobre Duterte fueron una constante en los medios locales e internacionales, en especial por sus frecuentes salidas de tono, llamó "hijo de puta" al expresidente estadounidense Barack Obama, y sus chistes con connotaciones machistas.