Autolimpiable, gratuito, adaptado, totalmente equipado, con medidas de 2,2 x 2,3 metros, inodoro, de asiento abatible y lavabo de acero inoxidable. No es un anuncio, pero podría serlo y da cuenta las "bondades" de los baños portátiles que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha colocado en la Alameda del Duque de Santa Elena, el primero, la plaza Weyler y, hace apenas unos días, en el entorno del parque García Sanabria. Ni por esas. La publicidad de estos WC modernos no consigue eclipsar el recuerdo de los viejos baños públicos de la ciudad que repetían en la capital tinerfeña la estructura de los pueblos tradicionales de Canarias -con muchos ejemplos "activos" en el Norte de Tenerife- donde debajo de la plaza principal y como algo consustancial se escondían los espacios con solera destinados a servicios públicos.

Santa Cruz tuvo en este sentido varios recintos clásicos concebidos en exclusiva para esos momentos de necesidad fisiológica. Algunos lectores recuerdan cómo estaban estratégicamente ubicados en la ciudad.

Por ejemplo, había uno en el parque García Sanabria, en un lugar que hoy es almacén de una empresa de jardinería que presta servicios al ayuntamiento. También fueron públicos y han desaparecido los baños que estaban frente al bar Atlántico en la plaza de España o en el entorno de la plaza del Hospital Militar.

Qué decir de los que permanecen todavía, pero cerrados a cal y canto, en la calle José Murphy, justo en un lateral de la plaza del Príncipe y en su día al lado de la mítica Casa de Socorro.

Por último, entre los más alejados del centro aquellos que, previa bajada de unas escaleras, algo habitual, se situaban en un tramo de la avenida de La Asunción, cerca de la plaza La Paz.

Para los más viejos del lugar, "lo que han instalado en la parte alta del parque, junto al quiosco Numancia y sobre el público que en su día se encontraba allí, no es más que un mamotreto -otro-".

Nostalgia de otros tiempos o carencia en los modernos. Porque, pese al esfuerzo de los últimos años con estos tres retretes portátiles fijos, multiplicados por decenas durante la época de Carnaval, lo cierto es que Santa Cruz de Tenerife no dispone actualmente de una red de aseos y servicios públicos comparable a los que son habituales en otros países europeos.

Además, esta falta de baños para todos -capítulo aparte es el de las personas discapacitadas- suelen ponerla de relieve con relativa frecuencia los visitantes extranjeros, a los que no es infrecuente ver -como a los del país- haciendo cola en los baños de las cafeterías en un momento de apuro.

Y lo que es todavía peor: sin hacer siquiera el gasto mínimo de un cortadito. Ni antes ni siquiera después del ansiado alivio en el baño.