La sociedad ha sufrido cambios drásticos en las últimas décadas, Internet y las nuevas tecnologías asociadas a la red de redes han dado lugar a una nueva forma de vivir nuestras vidas. La aparición de las redes sociales y apps de mensajería ha hecho que nos comuniquemos de manera diferente, con sus puntos positivos y sus puntos negativos, afectando a todas las partes de nuestra sociedad.

Esto también incluye a los jóvenes, cuya pericia en Internet hace que las nuevas generaciones sean conocidas como nativos digitales. El problema es que los niños y adolescentes van a comportarse siempre igual a causa de su falta de madurez, por lo que no siempre van a hacer un uso responsable de estas tecnologías, motivo por el que el bullying ha dejado paso al ciberbullying, una versión digital pero mucho más intensa y cruel del acoso tradicional.

¿Cómo funciona el acoso cibernético?

Al igual que el acoso tradicional, este tipo de agresión digital suele darse entre niños y adolescentes. Pero hay varios elementos que hacen que vaya más lejos que el bullying de toda la vida. Por un lado esta nueva forma de acoso ha salido de los colegios para adentrase en el mundo virtual, algo que hace que alcance mayores dimensiones puesto que ahora el agresor puede llegar a la víctima en cualquier momento y lugar. Ahora ni siquiera al llegar a casa después de las clases un joven puede estar a salvo de sus acosadores.

Otro aspecto a tener en cuenta es el del anonimato que ofrece Internet. Esto hace que el agresor se sienta más seguro ya que es más difícil que le vayan a descubrir. Del mismo modo al carecer de testigos es más difícil que alguien pueda defender a la víctima o reprender la conducta del acosador. Pero además, Internet es capaz de hacer que las burlas, insultos, amenazas o humillaciones sean vistos por más gente y durante más tiempo. Todo esto hace que sus efectos sean mucho más intensos en la víctima, así como sus consecuencias.

Uno de los problemas del ciberbullying que más preocupan a los padres es lo difícil que resulta detectarlo, especialmente al poder llegar a limitarse a la intimidad del teléfono de cualquier niño. En muchos casos es ya tarde para evitar que suceda y los padres lo detectan gracias a algunas de sus consecuencias, como son los cambios de humor, volviéndose más introvertidos, o un claro empeoramiento en las notas. A esto se une el hecho de que en la mayoría de los casos las víctimas prefieren evitar confesar que están sufriendo acoso.

mSpy, la mejor herramienta para los padres

Esta claro que es difícil saber si un niño o adolescente está siendo víctima del acoso cibernético, pero para ello existe mSpy, una aplicación con la que los padres pueden saber todo lo que hacen sus hijos en sus dispositivos móviles. La app se instala en sus teléfonos y se oculta para mostrar toda la actividad del mismo, incluyendo mensajes y llamadas. mSpy puede mostrar las conversaciones en apps como WhatsApp o Snapchat, así como los chats en Facebook, Twitter y otras redes sociales. Una solución sencilla para un gran problema y con el que los padres podrán respirar aliviados sabiendo si sus hijos están a salvo.