A yer murió Sandra y ahora solo falta que la autopsia confirme que falleció por causas naturales. Para muchos, una desconocida. Sin embargo, para los usuarios de la playa de Las Teresitas era una habitual de la zona.

El caso suyo y el de su pareja, Manuel, se conoció en julio del año pasado. Este periódico se hizo eco de su historia. Una más de tantas que relatan cómo la vida no siempre es justa con todas personas.

Por distintas causas, Manuel, de Ofra, y Sandra, de San Andrés, acabaron habitando una pequeña tienda de campaña ubicada muy cerca de la Cofradía de Pescadores tras abandonar el albergue municipal. Ellos y su fiel compañero canino, Dino.

Antes habían intentado entrar en San Andrés en una vivienda que Sandra consideraba parte de su herencia, pero que encontraron, según su relato, completamente desmantelada.

En Las Teresitas, ni molestaban ni lo intentaban. Vivían de la caridad de los vecinos y viandantes -ayudaban a aparcar coches- y de los 426 euros que Manuel cobraba, de los que 300 iban destinados a la manutención de dos hijos de una relación anterior. Es decir, que no les daba para alquileres. Ni siquiera para uno social, posibilidad que les ofreció el ayuntamiento, pero que rechazaron al considerarla inviable.

"La UMA del albergue nos ayuda y nos ha visitado, pero asistentes sociales no hemos visto. Nos dicen que nos dan una ayuda para el alquiler social por un año, pero las casas aquí son como mínimo a 450 euros mensuales. Si solo entra lo que cobro yo, no sé cómo lo vamos a pagar", relataron en julio de 2016.

Ellos prefirieron seguir viviendo en la tienda de campaña, junto a un pequeño cañaveral, con frío en invierno y calor en verano.

Así hasta que, no se sabe muy bien desde cuándo, decidieron usar una caseta de obra ubicada cerca del acceso tres de Las Teresitas. No era la casa que deseaban, ni mucho menos. Sin embargo, sí fue la definitiva para Sandra.

El último dato que se tenía de ellos es de hace unos ocho días. Tras ser alertados, agentes de la Policía Local y personal sanitario acudieron por un problema de salud de la ahora fallecida. Sin embargo, ella rechazó la ayuda. Los agentes municipales remitieron el correspondiente informe al área de Servicios Sociales.

Ayer, fue el propio Manuel el que llamó otra vez a la Policía Local de la capital para alertar de la muerte de su pareja. Los agentes fueron los primeros en dar con el cuerpo. A partir de ahí, el protocolo de siempre: aviso al Cecoes 112 y activación de los recursos sanitarios. Confirmado el fallecimiento, se desplazaron al lugar el forense, la autoridad judicial y miembros de la Policía Nacional, que se hizo cargo de la investigación.