Las negociaciones entre CC y PP han dado un considerable giro e impulso favorabe en las últimas horas y todo apunta a que habrá fumata blanca este lunes o martes. Según las fuentes consultadas ayer por EL DÍA, y aunque aún quedan algunos flecos que impiden dar por cerrados los aspectos que más distanciaban a ambas fuerzas, en principio se han acercado mucho las posturas porque los nacionalistas han aceptado otorgar cuatro consejerías al PP, como exigían los conservadores para no tener un menor número que el PSOE (otra cosa es la relevancia), y los populares respaldan la reforma fiscal gradual o solo aplicable a ciertas materias económicas o a los márgenes más bajos del IRPF que le ha contraofertado Coalición.

Así las cosas, y a la espera de la confirmación definitiva, las cuatro consejerías que llevará el PP son las que gestionaba desde la ruptura con el PSOE el actual vicepresidente, el grancanario Pablo Rodríguez: Obras, Carreteras, Transportes y Puertos. Además, se ocuparán, tal y como estaba también previsto, de Turismo y Cultura (seguramente con un giro copernicano en el Festival de Música de Canarias). Hasta ahí, lo previsible, dadas también las dificultades de la consejera María Teresa Lorenzo para resolver el alquiler vacacional. Sin embargo, la sorpresa puede darse con Agricultura, Ganadería y Pesca, que lleva el herreño Narvay Quinteroy, quien, hasta ahora, había desatado el mayor consenso o, al menos, las menores críticas desde el resto de la oposición, incluso con notables elogios desde grupos como NC.

Esta cesión puede envalentonar a AHI, que tampoco está muy a gusto con los tambores que suenan sobre la reforma electoral, aunque todo dependerá de qué salida se le dé a Narvay Quintero, hasta 2015 senador por su isla, y cómo se reestructura todo el organigrama regional, seguramente con cargos cruzados o que se mantendrán en algunas áreas

Asimismo, y según dichas fuentes, el PP se hará cargo de Presidencia, Justicia e Igualdad, que curiosamente lleva desde hace seis meses el también secretario general de CC, José Miguel Barragán. Aunque CC no contemplaba al principio esta cesión, se trata de una sorpresa relativa, dados los insistentes anuncios de Barragán de que considera que ya ha hecho todo en política y que no ve mal volver a su profesión (administrativo), si bien siempre lo ha dejado todo en manos de su partido y, de hecho, renovó hace muy poco en su cargo orgánico, que seguramente seguiría siendo su principal actividad hasta 2019.

La salida de Lorenzo puede también molestar a CC en Lanzarote, pero, de confirmarse este reparto, CC evitará un posible rechazo en La Palma a que se prescindiera de Nieves Lady Barreto en Política Territorial y Seguridad. Con Pablo Rodríguez, los nacionalistas darían un paso atrás en Gran Canaria, pero ya ha cobrado cierto renombre y su juventud le abre un futuro muy halagüeño, al menos dentro de CC. Además, de Gran Canaria se mantendría el consejero de Economía e Industria, Pedro Ortega, así como el de Sanidad, José Manuel Baltar, ambos independientes y vistos con buenos ojos por el PP. Asimismo, los empresarios se oponían a la salida de Ortega, si bien procedía de este sector económico grancanario y ese apoyo lo tenía casi de antemano.

En comparación, eso sí, el PSOE llevó áreas de mucho mayor peso social, como Sanidad o Servicios Sociales, aunque al PP le convence poder decir, al menos, que no tuvo que aceptar tres para entrar en el gobierno y hacer un pacto a la baja, con o sin Génova presionando por el voto de Ana Oramas.

Si la reforma fiscal que exigía el PP se solventará con reducciones graduales, la electoral se dejará fuera del acuerdo y, como se barajaba hasta ahora, se supeditará a lo que se decida (si es que se decide algo) en la comisión informativa que, curiosamente, ha de cerrar sus conclusiones este mes.

Con todo, y de confirmarse este acuerdo, el PP cambiará su postura ante el crédito extraordinario de 340 millones (el mayor de la historia regional) que CC pretende aprobar este miércoles, pese a que el Consejo Consultivo ha detectado 85 millones inadecuadamente justificados. De no haber pacto, los conservadores seguro que rechazarían, al menos, parte de este proyecto de ley, que anunciaron que analizarían con lupa, pero, si finalmente fragua todo, su reacción será bastante distinta.