Rotas definitivamente las negociaciones para la incorporación del PP al Gobierno Clavijo, y descartada la posibilidad de una moción de censura, lo que queda es ensayar algún tipo de acuerdo de legislatura que permita al Gobierno mantenerse el año y medio largo que aún resta de legislatura. En Canarias no puede disolverse el Parlamento en caso de bloqueo político, prerrogativa reservada a las Cortes Generales y a las comunidades autónomas históricas. Aquí, mientras una reforma del Estatuto no establezca lo contrario, las legislaturas duran cuatro años, y para seguir en el Gobierno lo único que hace falta es que no puedan echarte y para echarte hay que montar un gobierno alternativo. No parece que esa opción exista ya ni en los mejores sueños de Patricia Hernández, que forzó su expulsión del Gobierno en diciembre (sólo ha pasado medio año), creyendo que el PP y Nueva Canarias apoyarían una moción de censura contra Clavijo con ella de candidata. Fue un mal cálculo, que la ha llevado a estas primarias en las que puede perderlo todo. Y tampoco parece muy viable -con la actual situación de dependencia de Rajoy del voto de Ana Oramas para sacar presupuestos y leyes- que el PP canario pueda actuar con esa independencia de la que hoy presumen todos sus dirigentes locales, remachando la máxima "dime de que presumes y te diré de que careces"...

Después de la inexplicable decisión de Antona de renunciar a seguir la negociación para incorporarse al Gobierno, lo único que puede hacerse ahora es esperar a ver cómo sale el encuentro previsto para esta mañana entre Clavijo y Rajoy: lo más probable es que ambos se pongan de acuerdo en algún formato -enunciado públicamente o no- de apoyo mutuo en los asuntos fundamentales. Si es eso lo que finalmente ocurre, y no parece que haya de momento muchas más opciones, Clavijo habrá conseguido cerrar -gracias a la torpeza de Patricia Hernández como vicepresidenta y a la bisoñez de Asier Antona como negociador- una situación imposible: con sólo sus dieciocho míseros diputados, más el apoyo explícito de los tres diputados de Curbelo, mantendrá sus pactos locales con el PSOE en más de una treintena de corporaciones de Canarias, y su acuerdo nacional con el PP, un acuerdo que permitirá al Gobierno regional mantenerse y seguir mejorando las relaciones institucionales con Madrid.

Clavijo se sitúa en el centro mismo del patio político, justo en el peor momento electoral de Coalición. Y encima ha conseguido la unanimidad de los diputados del Parlamento de Canarias en el respaldo a la Ley de crédito extraordinario, una ley que puede ser perfectamente interpretada como resultado de las políticas de Clavijo: sacar baza de la infernal matemática parlamentaria del Congreso, hacerse imprescindible en Madrid y pasar el cazo a todas horas y en todos los ministerios a ver lo que cae. Nadie, ni siquiera los diputados de Podemos, que siempre juegan su propia liga, se atrevió a votar contra la incorporación en el presupuesto regional de la lluvia de millones. Hasta el hipercrítico Lavandera, voz de Patricia Hernández en Teobaldo Power, justificó el voto del PSOE a la Ley en la mejora que representa para los ciudadanos. Lo nunca visto.

En fin, parece que tenemos Clavijo para rato.