En las primeras líneas de esta crónica no hay rastro de "Pedro Navaja". Supongo que el malote de las calles de Bobery Side compareció en el concierto que el panameño Rubén Blades dio anoche en los exteriores del Parque Marítimo de la capital tinerfeña ante más de siete mil personas. Al menos esas eran las que estaban en el interior de un recinto que se quedó pequeño a juzgar por la cantidad de público que optó por intentar oír su repertorio gratis. El sonido, o el mal sonido, fue protagonista de un espectáculo que el maestro levantó cuando los gritos fueron un clamor. "No se oye, no se oye, no se oye...". La insistencia acabó llamando la atención del artista.

"Me apuntan que tenemos problemas con la ley de ruidos... ¿Eso pasa también en los campos de fútbol?", se cuestionó el invitado después de una fugaz conversación entre un miembro de la organización y el edil Dámaso Arteaga, que seguía las evoluciones de la actuación en primera línea. La velada nació al ritmo de "Plástico", siguió con "Las calles" y tomó impulso con "Decisiones". Lo cierto es que en el instante en el que el cantante realizó un guiño al pueblo venezolano -Rommel Fernández fue otro de los grandes reclamos de la velada- el sonido experimentó una leve mejoría que aprovechó Blades para abrir un baúl repleto de historia. Paso a paso, creció hasta que apareció "El cantante".