El entorno del barranco de Santos, la calle de La Noria y la plaza de la Isla de la Madera, a la altura de La Recova Vieja, se convirtió anoche en escenario de la recreación de los combates entre defensores españoles e infantes de marina ingleses que tuvieron lugar allí hace 220 años, en julio de 1797.

Como entonces, las carreras, los disparos de los mosquetones, los heridos y los gritos llenaron estas calles de Santa Cruz. En 1797 era el puerto de La Laguna, tenía 8.000 habitantes y las naves de la poderosa flota británica amenazaron durante varios días con un desembarco que tuvo lugar el 25 de julio. Ayer era día 22 pero en casi todo lo demás lo representado fue fiel a los hechos históricos.

Un centenar de recreadores profesionales o aficionados representaron a los 1.200 casacas rojas que llegaron a desembarcar, a los 300 soldados regulares del Batallón de Infantería o a los cientos de milicianos, llegados de toda la isla, y gentes del pueblo que se lanzaron a una guerra de guerrillas por las estrechas vías cercanas al primitivo muelle.

Cañonazos, olor a pólvora y lucha cuerpo a cuerpo en medio de la noche para hacer disfrutar a propios y extraños, grandes y pequeños, que se apretujaban en las aceras para ver el espectáculo.

La emoción subió al caer herido Nelson, que perdió su brazo en la acción bélica. Lo ocurrido en Santa Cruz de Tenerife pasaría a la historia como la derrota de Nelson y no como la victoria del general Gutiérrez, su adversario al frente de las tropas españolas.

Poco a poco los defensores, con una participación fundamental de la población civil, fueron cercando a los ingleses y empujándolos hacia el convento de Santo Domingo (La Recova Vieja), donde se refugian. Sin esperanza de poder ser rescatados, terminaron rindiéndose.

La decisión final de la batalla produce un efecto catártico en el público. Ovaciones, gritos y ánimos a quienes muestran orgullosos sus trofeos: fusiles, correajes, banderas, sombreros... Casi parece posible viajar en el túnel del tiempo hasta aquel caluroso verano de finales del siglo XVIII.

"Que vienen los ingleses" gritaban al principio del combate. Vinieron un año más, y otra vez fueron derrotados.