Nos hemos pasado tanto tiempo ocupados en solucionar lo grave y urgente, que nos habíamos olvidado de que la vida tiene otras cosas importantes. Haciendo balance antes de que lleguen las vacaciones de verano he caído en la cuenta de lo mucho que hemos pasado juntos y de lo difícil que han sido estos últimos años.

Hace tiempo, un inolvidable presidente del Cabildo, Adán Martín, decía en su toma de posesión que lo importante era conseguir la felicidad. Que las instituciones públicas estamos para colaborar en que las personas consigan de alguna manera ser felices, que es el objetivo de la vida. Y es verdad que, aunque haya otros, la felicidad es un horizonte importante para todos: la nuestra particular, la de nuestras familias y la colectiva.

Uno recuerda muchos momentos felices. Unos multitudinarios, como esos baños masivos por los logros del Tenerife que estoy seguro que volverán. Otros personales, de gente que encontró un premio merecido a su esfuerzo en el mundo del deporte o en su vida profesional. Pero lo más que recuerdo durante estos últimos tiempos ha sido el trabajo de tapar vías de agua para que el barco no se hundiera.

Porque es verdad. Durante estos años todos los funcionarios y políticos del Cabildo hemos dedicado la mayor parte de nuestros esfuerzos a recomponer la situación para muchas personas y familias a las que la crisis se había llevado por delante; a sacar planes de empleo para poner a la gente en acción y darles un salario digno; a destinar más ayudas para que nuestros jóvenes pudieran estudiar.... Eso que hoy se llama gasto social ha sido el pan nuestro de cada día, porque era lo urgente.

¿Y lo importante? La felicidad es muy difícil de conseguir en una situación de privaciones. Pero mirando nuestra isla me he dado cuenta que poco a poco estamos recuperando el impulso, la fuerza y el camino de esa felicidad como pueblo que nos merecemos.

Tenerife ha sido y será este año un hervidero de actividades, celebraciones y actos que convertirán a nuestra isla en una referencia nacional e internacional. En estos días hemos sido la sede del festival internacional MAPAS, donde representantes de 23 países de África, Latinoamérica y Sur de Europa (España y Portugal), así como 126 responsables de programación de eventos y espacios culturales en todo el mundo ofrecieron más de doscientas propuestas artísticas, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín, en Tenerife Espacio de las Artes (TEA), en La Recova y en el Teatro Guimerá.

A finales de año celebraremos, en el Sur de nuestra isla, la Gala Michelín que constituye el mayor referente de excelencia de la gastronomía española y europea. Expertos del mundo de la gastronomía de todos los rincones visitarán Tenerife para asistir a esta cumbre del mundo de la cocina. Hemos cerrado, con el esfuerzo de muchas instituciones y poniendo los límites presupuestarios que nos parecían razonables, que nuestra isla sea la sede única del Mundial Femenino de Baloncesto 2018, siendo La Laguna su epicentro principal. Y esta semana pasada Tenerife se convierte en la capital de la tecnología, la innovación y el juego electrónico con la Tenerife Lan Party, un evento que este año reunió a más de 2.000 participantes para conectarse en otros tantos puestos, delante de sus ordenadores.

Mirando estas y otras actividades de nuestra isla me empezó a sonar en la cabeza -otra vez- la canción del verano. Porque como en la letra de Fonsi, vamos despacito, pero derechito, poniendo a Tenerife de nuevo en el mapa de la felicidad. Queda mucho por hacer en nuestro plan Tenerife 2030, pero nos podemos ir unos días de vacaciones con la satisfacción de que en lo que va de año hemos hecho un buen trabajo.

* Presidente del Cabildo de Tenerife