Villar, Blesa y Dalí protagonizan este julio que entra en sus últimos días sin necesidad de serpientes veraniegas para el miedo, el asombro, la indignación o el divertimento del común ciudadano en el tajo o la vacación. En portadas y telediarios vemos crecer sus asuntos: en la cárcel y en caída libre de sus cargos, el primero y sus cómplices; y, desde sus tumbas, el banquero fantasma y el Gran Masturbador.

Con los avances del sumario, el monto de la larga golfería del Villarato va por cien millones de euros; sin contar las cifras de los cuarenta investigados y las federaciones territoriales, donde cosechó sus votos el capo de la organización criminal, según el juez Pedraz, que esquilmó al fútbol español, influyó en árbitros y adulteró competiciones y estafó a sus innumerables aficionados.

La investigación oficial confirmó el suicidio de Miguel Blesa, el inspector de Hacienda elevado por su amigo Aznar a la presidencia de Caja Madrid, y apoyado por CC.OO e IU. El suceso atenuó unas horas el escándalo deportivo; y devolvió al primer plano al tipo arrogante que, acorralado por sus múltiples causas, nunca reconoció delitos ni errores y se exculpó con cinismo de la estafa de las preferentes, cuyos perjudicados le insultaron a diario por las calles de Madrid.

Despreciado por el núcleo duro de los banqueros, Blesa tuvo el discutible mérito de engañar a todos al mismo tiempo y el lamentable epílogo de una muerte triste y un duelo reducido al mínimo familiar. Llegó a ganar cuatro millones de euros al año - veinte veces más que su antecesor - y compró con sobresueldos y tarjetas opacas a cómplices que no aparecieron en las horas duras ni en su final. En trece años al frente de la cuarta entidad financiera del país chapoteó en todos los charcos y la condujo a la ruina que pagamos, como siempre, los contribuyentes.

La reclamada paternidad de Dalí tiene un horizonte de dos meses para resolverse. La situación entra de lleno en el terreno del misterio y el absurdo que construyó el genio de Cadaqués. La pitonisa que reclama ese derecho logró la exhumación, los análisis forenses y la atención mundial con la noticia. La solución, que arrojará tanta o más tinta que ahora, en septiembre. Con ese intenso menú de la España diferente, con ese negro retablo de julio, ¿para qué necesitamos las sierpes estivales?