La ciencia no tiene dudas de que la temperatura está aumentando como consecuencia del cambio climático, pero no siempre que sube el mercurio hay ola de calor, al menos no si nos ceñimos al término que defienden los expertos en climatología. Según un estudio realizado por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la Península ha sufrido 51 olas de calor entre 1975 y 2016 (no tienen por qué estar afectadas todas las provincias) y Canarias, durante el mismo periodo, 37. En territorio continental el peor episodio sucedió en 2015; en el Archipiélago, en cambio, fue en 1976, seguido de otro en 2004. Pero, ¿qué es una ola de calor en el sentido estricto?

Uno de los principales problemas a la hora de hablar de olas de calor es que no existe una definición exacta y coloquialmente se habla de este fenómeno con mucha facilidad.

La ciencia es más exigente a la hora de usar el término. Las olas de calor deben durar al menos tres días, superar unos valores calculados a partir de los datos alcanzados los días más cálidos del verano y afectar a un territorio determinado (esto se mide a través de las estaciones). Todo esto hace que ni siquiera la misma temperatura puede considerarse ola de calor en distintas provincias, porque los promedios varían considerablemente. En otras palabras, no es lo mismo hacer ese cálculo en Sevilla que en La Laguna o, ampliando el campo de acción, en Andalucía que en Canarias. En Sevilla, el 60% de los días de julio y agosto se registran máximas por encima de los 35 grados y en el 25% de los casos superan los 38. Por tanto, "un día de 38 grados será muy caluroso pero no candidato a "ola de calor" en esa localidad".

En el estudio elaborado por la agencia destaca el año 1976 en las Islas, cuando se vivieron dos olas de calor. La más larga se prolongó durante 14 días, pero la "anomalía térmica" (diferencia media con respecto a la temperatura umbral) fue solo de 2,3 grados -de las más bajas- y afectó únicamente a Santa Cruz de Tenerife. La Aemet prefiere centrarse en la otra ola de calor, que se produjo entre el 5 y el 15 de agosto (con 6,1 grados de diferencia y las dos provincias afectadas).

Ya durante este siglo, otro episodio de calor intenso que merece una reseña en el informe sucedió entre el 23 y el 29 de julio de 2004. El día más cálido de esa franja fue el 25 de julio, con una "temperatura máxima de la ola de 36,2". La anomalía de la ola fue de 6,9.

En el resto de España, los años 1991 y 2016 fueron los veranos con más olas de calor, pero la más importante de las registradas corresponde al verano de 2015. De hecho, es la más larga registrada nunca desde que empezaron los registros, en 1975. Duró 26 días y la jornada más cálida fue el 6 de julio y hubo alrededor de 30 provincias afectadas. Fue, según la Aemet, "excepcional".