Naturales y muy comunes en zonas tropicales, así es como define las "Trichodesmium erythraeum" el investigador del Banco Español de Algas (BEA) y adscrito a la Universidad de las Palmas de Gran Canaria Emilio Soler.

Las (mal) llamadas microalgas, pues no son algas, sino cianobacterias, se llevan estudiando en este centro desde que aparecieron en 2004, y de forma protocolizada desde 2012. "No es un fenómeno nuevo", explica Soler, quien remarca que "es muy común en las aguas oceánicas", donde conviven a 100 metros de profundidad con otros microorganismos.

Una realidad que también confirma Javier Arístegui, catedrático en Ecología y miembro del Instituto de Oceanografía y Cambio Global, quien asegura que si cualquier día pasas por las aguas del sur de Gran Canaria o de Tenerife, que siempre están "más tranquilas", y lanzas una red a 100 metros de profundidad, saldrá recubierta de estas cianobacterias.

No suelen salir a la superficie hasta que las condiciones son ideales para ellas, aunque eso no implica que no lo intenten. "Poseen unas vesículas de gas con las que pueden subir a la superficie para captar toda la radiación solar", incide el investigador.

De hecho, esto es esencial para su supervivencia, pues de la luz solar depende su alimento. "Hacen la fotosíntesis, de hecho, son las que oxigenan La Tierra", insiste Luisa Pita, jefa del Servicio de Sanidad Ambiental de la Dirección General de Salud Pública.

Cuando ven la oportunidad, porque la columna de agua donde se encuentran ha dejado de moverse, se impulsan, salen a la superficie y crecen de forma masiva.

Este año en Canarias han proliferado de manera especial en las costas, no obstante, no es la primera vez que sucede y, de hecho, lo suele hacer casi todos los años en las aguas exteriores.

Su crecimiento o "bloom" (afloramiento) depende de muchos factores, entre ellos la temperatura del agua, la irradiación solar, la baja intensidad del alisio, las corrientes y mareas, y la calima que traslada pulsos de fósforo y hierro.

Nada tienen que ver los vertidos de aguas fecales en el mar, pues estos organismos "no precisan la eutrofización o enriquecimiento del medio con residuos". "Precisamente" estas, no tienen ninguna "relación directa con ellos", resaltan tanto Soler como Arístegui.

Una vez llegan a la parte alta del mar, empiezan a juntarse unas con otras mediante sus filamentos, formando la capa oleosa y de color marrón. En su evolución se encuentra otro fenómeno avistado en las Islas, la generación de espumas o "nata". Un hecho que tampoco es de extrañar pues nos hemos encontrado las últimas semanas con alertas por viento y oleaje. "Si agitas algo se produce una rotura de células", explica Soler, lo que, en este caso, se representa en una "espuma".

El fenómeno de los "blooms" o florecimiento de las microalgas es muy común en las zonas tropicales y, debido al cambio climático, los canarios "tenemos que empezar a entender que nuestro paraíso no está ajeno a este fenómeno", incide el investigador, que remarca que las microalgas seguirán visitándonos y cada vez de forma más continuada.

Díaz Guerra las relaciona con las aguas sin tratar

El subdelegado del Gobierno de Santa Cruz de Tenerife, Guillermo Díaz Guerra, afirmó ayer que las microalgas son "el síntoma de una enfermedad" y por ello, se debe trabajar en su origen, que según aseguró "es el aporte de nutrientes al mar, como las aguas sin tratar". Estas declaraciones contradicen las de Salud Pública e investigadores del Banco Español de Algas y el Instituto de Oceanografía y Cambio Global, quienes negaron rotundamente que estas cianobacterias requieran de nitratos -nutrientes expulsados en los vertidos- para proliferar, y de nuevo desmintieron que ambos fenómenos tuvieran ninguna relación.