La formación del primer gobierno autonómico entre el PSOE y Podemos en Castilla-La Mancha ha desatado el debate interno sobre si este ensayo podría desembocar en una moción de censura para desbancar a Mariano Rajoy, si bien Ferraz ha enfriado las prisas de la formación morada por llevarla a la práctica.

Dos años después de que tuvieran lugar las elecciones autonómicas, PSOE y Podemos han fraguado un gobierno de coalición, un paso más en las alianzas externas que el partido de Pablo Iglesias había entablado con los socialistas en regiones como Aragón, Baleares o Comunidad Valenciana.

El paso dado en Castilla-La Mancha el pasado jueves tiene lugar casi un mes después de que Iglesias y el líder socialista, Pedro Sánchez, se reunieran en el Congreso para poner en marcha una mesa de colaboración parlamentaria encaminada a buscar acuerdos en distintas materias.

A las dos semanas, Iglesias ya aseguró que la realidad empujaba "hacia la necesidad de presentar una moción de censura" para hacer posible el gobierno de progreso que fue inviable en 2016 tras las primeras elecciones generales.

La operación en Castilla-La Mancha ha intensificado la presión de la dirección de Podemos para que el PSOE acepte el reto de intentar desalojar a Rajoy de la Moncloa.

"Espero que marque el rumbo de lo que pueda pasar en el ámbito estatal. La única manera de echar a Rajoy antes de 2020 es con un gobierno Podemos-PSOE", dijo el secretario de Organización, Pablo Echenique, tras la firma del pacto en Toledo.

En Ferraz, en cambio, la respuesta sobre qué efectos puede tener la coalición manchega ha sido más comedida.

Con Sánchez de vacaciones y sin haberse pronunciado al respecto, su ''número tres'', José Luis Ábalos, ha sido quien ha rebajado las expectativas y ha dejado la posible moción de censura en "una hipótesis de futuro".

Para que pudiera prosperar, el PSOE y Podemos deberían de contar con el apoyo del PNV, de Compromís y de algunos diputados independentistas catalanes, lo que dificulta su éxito.

Los pocos barones socialistas que se han pronunciado esta semana coinciden en que la situación en Castilla-La Mancha no es exportable ni a otras comunidades autónomas, ni al Gobierno central.

Es el caso del propio presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page, o del aragonés Javier Lambán, que descarta que en su territorio se pueda reeditar una coalición.

Tanto García-Page como Lambán respaldaron en las primarias del PSOE a la presidenta andaluza, Susana Díaz, que por ahora no ha expresado su opinión sobre el pacto en Castilla-La Mancha.

Tampoco lo ha hecho el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, aunque en su caso, no se plantea una coalición con Podemos en este territorio, aunque espera que sí le apruebe esta vez los presupuestos, después de dos años en que el PSOE los sacó adelante gracias a la abstención del PP.

Quien ha alimentado más las expectativas de una alianza a nivel nacional ha sido el portavoz de la Ejecutiva socialista y alcalde de Valladolid, Óscar Puente, para quien "no es descartable un gobierno PSOE-Podemos en el futuro".

No obstante, Puente asume la tesis de Ferraz de que su partido no puede apoyar una alternativa de gobierno en los independentistas catalanes, por lo que ahora mismo no sería viable.

El interés de la dirección de Podemos en que cuaje un acuerdo con el PSOE ha encontrado reticencias en algunos sectores del partido de Iglesias.

A la cabeza de este bloque disconforme está la coordinadora de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, y el eurodiputado Miguel Urbán, ambos de la corriente anticapitalista.

Este sector siempre se ha mostrado crítico con la posibilidad de gobernar con los socialistas por sus políticas y por los casos de corrupción que también les han afectado.