No es esta faceta de Carlos III -su talante religioso- muy conocida. En ocasiones, porque se la asocia con la expulsión de los jesuitas, sin demasiadas explicaciones. A veces, como ocurrió con la conmemoración del bicentenario de su muerte, porque las circunstancias sociopolíticas del "mejor alcalde de Madrid", y el ambiente de secularización municipalista, que por entonces predominaba, pudieron hurtar, con ideología coherente, la investigación y análisis de esa dimensión.

Pudiera decirse que en Carlos III se dan distintos momentos sucesivos, que se podrían sintetizar así: primero, Carlos III, rey de Nápoles y de las Dos Sicilias, que se mueve en los ambientes "progresistas" de su entorno, incluso en la curia papal, y sobre todo en los PP Escolapios napolitanos, propugnadores de una escuela popular, y alguno de los cuales, personalmente, vendría a fundar centros de la Escuela Pía en España.

Un segundo momento es cuando en agosto de 1759 es llamado a suceder a Fernando VI. Carlos III se acerca más a la línea del Papa, y se interesa mucho por la Iglesia "clásica" de España, e incluso preparaba concienzudamente su viaje, hasta su entrada en Madrid, con anotación expresa de sus obligaciones como monarca católico, tal como ocurrió en Zaragoza, con la Virgen del Pilar y en Daroca, con la devoción eucarística a los Sagrados Corporales.

Una tercera etapa, en una vida personal, de creyente y devoto normal que tiene que "contemporaneizarla" en lo posible, con una política eclesial, dentro del área mundial del modernismo y de la Enciclopedia, y que tuvo su expresión en la expulsión de los jesuitas, como anteriormente se había hecho en Portugal y Francia, como obra de sus políticos aragoneses, los condes de Aranda y Roda, ambos masones.

Y, por último, una muerte ejemplarmente cristiana, devota y hasta llamativa par el conde de Floridablanca. Al año siguiente de su muerte, en 1789, acaece la Revolución Francesa: Carlos III, con sus intentos de modernidad, progreso y apertura, impidió un fenómeno parecido en España. Y acaso evitase otra persecución religiosa, como la ocurrida en Francia.

Hoy, 2017, tras la conmemoración el año anterior del tercer centenario de su nacimiento, recordamos con mayor objetividad su obra para reflejar su talante en el fondo espiritual, dentro de las circunstancias que le tocó vivir, luego de un período tranquilo y sereno, como al reincorporarse a España. En la ciudad de Daroca, Zaragoza, mostró singularmente su espiritualidad cuando adoró el misterio de los Sagrados Corporales (seis formas consagradas pegadas al corporal, por el capellán de los tercios de Teruel, Calatayud y Daroca, encontradas, tras un incursión mora, en 1239, impregnadas al corporal).

*Académico