Salió de Tenerife en la primera década del siglo XX para estudiar Ingeniería Industrial en Madrid. José Fernández del Castillo Álvarez (Tacoronte, 1893-1914) es el personaje real que ha hecho aflorar de forma definitiva la vena literaria de la artista tinerfeña Ana García-Ramos del Castillo (La Laguna, 1962), quien ha convertido a este joven, tío de su padre, en el protagonista de "Tanto para nada", publicada por Baile del Sol, un verdadero viaje al pasado de un tacorontero y de la época que le tocó vivir.

La obra, narrada en tercera persona, salvo algunos detalles en primera persona, está estructurada en tres partes, cada una de las cuales se desarrolla en Tenerife, Madrid y Lieja (Bélgica), país en el que murió poco antes de iniciarse la I Guerra Mundial, época en la que comienza a instalarse en Tenerife la luz eléctrica, el agua corriente o el teléfono.

"Es una historia real que la conocía desde niña, pero no con tanta profundidad como cuando empecé a investigar. Es la historia de un hermano de mi abuela que se fue a estudiar a Madrid tras obtener brillantes notas en el Instituto Provincial de Canarias. Era un portento. Allí se alojó en la primera Residencia de Estudiantes. Fue uno de los primeros estudiantes canarios que se hospedó allí, en uno de los hotelitos que concibió la Junta para la Ampliación de Estudios. Después recibió una ayuda para continuar sus estudios en Bélgica, en la Universidad de Lieja, porque en España no había la especialidad que quería".

Las fuentes documentales en las que se basa esta historia, además de una buena dosis de imaginación, fue un álbum de postales que coleccionó su tío abuelo, único medio de comunicación entonces, en el que escribió algunos textos, además de las cartas que remitió su tutor en la Residencia de Estudiantes a su familia. "Con lo que ponía en las postales fui hilvanado la novela", que completó con datos históricos de los lugares en los que vivió el protagonista, Tenerife, Madrid y Lieja, así como una historia de amor que ocurre en la distancia.

"Es una historia que acaba mal, pero lo importante no es el final, sino el desarrollo. Aprovecho para contar muchos datos históricos, tanto de aquí como de la Península y Europa".

La autora, que indicó el "cambio" que pudo suponer el pasar de vivir en Tacoronte a Madrid y luego a Lieja y el esfuerzo que tuvo que realizar su familia, destacó el aislamiento al que se vieron sometidos José Fernández, que sólo volvió una vez a la Isla antes de irse a Lieja, y sus seres queridos, porque un teléfono solo lo tenían los ricos.

Este intento de reconstrucción de la biografía de este tacorontero está complementada con una detallada descripción de la época en que vivió y una evocación de cómo eran Tacoronte y La Laguna, donde residió y estudió respectivamente, y del tranvía que comunicaba ambas localidades. Para ello, la autora consultó la prensa de la época en la web Jable de la Universidad de Las Palmas.

"La gente dice que le resulta bastante ameno porque es un retrato de una época. Es como un viaje al pasado. El libro está escrito de tal manera que cuando lo lees estás viajando a esas fechas y cuido mucho la descripción de los paisajes y entornos. Intento que el lector se haga a la idea de cómo era la vida en esos lugares".

Ana García- Ramos del

pintora, decoradora y arte publicitario