Los atentados acaecidos recientemente en Barcelona han vuelto a dejarnos un enorme dolor y rabia ante todo lo acontecido, con una amplia y desgraciada lista de víctimas mortales y de heridos que hace crecer nuestra indignación, estupor y condena. Enérgica condena.

España ha vuelto a demostrar que es un pueblo solidario. Una marca única. Siempre hemos sido de la opinión de que el silencio no es rentable, y por eso el sentido de este artículo de opinión que les ofrecemos, porque el dolor lo seguimos teniendo muy cercano.

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han tenido una actuación ejemplar, y de aquí nuestras más sinceras felicitaciones por el desarrollo de las operaciones, que han acabado con los terroristas y que han dado al traste con sus planes.

Ahora bien, son muchas las dudas que nos asaltan al respecto de lo ocurrido en Las Ramblas de Barcelona, como, por ejemplo, el que no se pusieran en marcha las indicaciones realizadas en las pasadas navidades por el Ministerio del Interior, sobre evitar el acceso de vehículos en zonas peatonales con la instalación o colocación de objetos, o se distinguiera entre ciudadanos catalanes y españoles. Así lo hizo Joaquín Forn Chiairello, consejero de Interior de la Generalitat.

Por otro lado, desconocemos el motivo por el que los mandos de los Mossos de Escuadra impidieron la entrada de la Guardia Civil al chalet de Alcanar, donde se produjo una fuerte explosión el miércoles 16 de agosto, un día antes del mortal ataque en Las Ramblas.

Mientras en la casa de Alcanar aparecieron más de cien bombonas de butano y varias de acetileno, los Mossos no consideraron otra hipótesis que la del accidente y no comunicaron ni a la Guardia Civil ni a la Policía Nacional este incidente ni les dejaron investigar. Ya después del atentado, descubrieron en la casa restos de triperóxido de triacetona (TATP), el explosivo usado por las células yihadistas y cuya fórmula de fabricación difunden en sus páginas web. Ese dato hubiera puesto inmediatamente a los ocupantes de la casa en relación con un atentado.

Después de todo lo ocurrido en la casa de Alcanar, una furgoneta irrumpe en Las Ramblas de Barcelona a gran velocidad, dejando tras de sí un reguero de sangre y muerte. No existían barreras en la zona peatonal pese a que la Policía Nacional recomendó instalarlos antes de Navidad.

Escasas horas después, otro vehículo con cinco marroquíes en su interior, pretende repetir la historia de Las Ramblas, pero esta vez en Cambrils. Tras volcar en una rotonda, cuatro de los ocupantes salen del vehículo y atacan a un mosso, que los mata a tiros. El quinto sale corriendo y es interceptado por una pareja de mossos que se desplazaban en un coche camuflado.

Se descubre que todo empezó en una mezquita de Ripoll, en la que actuaba como imán un marroquí expresidiario de la cárcel de Tarragona, Abdelbaqui Es Satti, del que se sabía que había tenido relación con los terroristas del 11-S. El cuerpo del imán había aparecido en la casa de Alcanar, pero la información no fue facilitada a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Desde un principio, y por desgracia, el objetivo de algunas autoridades catalanas no ha sido otro que el de excluir a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado de las investigaciones, presentándose como un Estado independiente, y fingir una más que dudosa eficacia. Hacer "de facto" una nación independiente.

A eso hay que sumar que en medio del dolor por lo acontecido, la CUP, un partido totalitario, pidiese que no se permitiera la presencia del rey y la reina de España ni del presidente del Gobierno del Estado. Vergonzoso. Asqueroso.

Algunos han querido hacer política con los fallecidos y los heridos en Las Ramblas de Barcelona y en Ripoll. Han jugado con muchas víctimas y han demostrado que únicamente les mueve un afán: dividir. Y no lo han conseguido.

Todo era una cuestión de seguridad nacional, y la seguridad nacional es siempre responsabilidad del Estado, y no se lo han permitido o le han puesto muchas trabas en su misión.

España entera ha sentido el dolor de Barcelona como propio, y es que es y debe ser así. España somos todas y todos. No permitamos que algunos saquen rédito político con las desgracias de otros. Jamás. Nunca.

Solidaridad y respeto para Barcelona y Cataluña, y las víctimas de este cruel atentado.

*Senador por Tenerife y portavoz del PP en el Ayuntamiento de La Laguna