Se cumple este año un siglo del último encuentro entre el Cristo de La Laguna y los frailes franciscanos, la congregación que durante largas épocas veló por la imagen. Esa efeméride ha dado pie a un trabajo del cronista oficial de La Laguna, Eliseo Izquierdo, en el programa de las fiestas en honor del Crucificado Moreno. Se trata del cómo de aquel regreso, pero también de un viaje por los avatares, vínculos y distanciamientos, encuentros y desencuentros, entre esta orden y la talla a lo largo de unos cinco siglos.

"Esa vinculación, en ocasiones estrecha y en otras no tanto, se vio interrumpida en épocas diferentes y por motivos diversos, tal los eslabones de una cadena que se quiebra y hay que esperar a que una mano diestra la vuelva a engarzar", expone el periodista e historiador al comienzo del texto. La primera interrupción se dio en 1545, cuando los frailes llegaron a un entendimiento con el antiguo Cabildo para cederles su cenobio a las religiosas de Santa Clara, a fin de que se estableciesen en la ciudad. Ellos pasaron al hospital de San Sebastián, donde hoy se encuentra el Asilo de Ancianos. Sin embargo, la institución insular se opondría años más tarde a la transformación del hospital en convento. Izquierdo explica que aquello tuvo un "efecto inmediato": les reclamaron a las monjas su "primitiva morada". "Estas se resistieron", continúa, si bien al final pudieron retornar.

Un "fortísimo temporal" en el Archipiélago en 1713 motivó la siguiente separación, debido a que el templo y el edificio conventual sufrieron "graves daños". La efigie fue rescatada "casi de milagro" y la trasladaron hasta el palacio de los condes del Valle de Salazar. "Los religiosos se refugiaron de nuevo en el hospital de convalecientes", indica el historiador sobre este otro distanciamiento. Las siguientes se debieron al incendio del convento y la iglesia de San Francisco (1810), por el que el Cristo fue depositado en la parroquia de Los Remedios y a las disposiciones sobre reducción de conventos y de exclaustración de religiosos regulares e incautación de sus bienes.

Ese último episodio, expone el cronista oficial, pareció que sería el definitivo. Pero regresaron. "Mediada la segunda década del siglo XX, varios esclavos insatisfechos de cómo se le venía dando culto al santo Cristo, se plantearon la conveniencia de que los frailes de San Francisco volvieran a San Cristóbal de La Laguna y se hicieran cargo otra vez de mantener viva la devoción a la sagrada imagen". No sin dificultades, y hasta con un acuerdo de por medio tras unas negociaciones "laboriosas, complejas", la vuelta se materializó en 1917. "Un nuevo capítulo de la historia de la imagen del Santísimo Cristo de La laguna acababa de empezar a escribirse en páginas muy diferentes a las anteriores. Todo había cambiado. Los frailes ya no eran dueños de nada. La Esclavitud, que había dependido de ellos durante siglos, mantenía ahora criterios y condiciones no siempre coincidentes. Algunos religiosos lo entendieron y aceptaron de buena gana, pero otros no, lo que generó en el correr de los años tensiones y malos entendidos", relata Izquierdo con su prosa exquisita. Fue casi un siglo, hasta que, alegando falta de vocaciones, la orden acabó yéndose en 2010. ¿Volverá algún día?