Las obras del Real Santuario del Cristo de La Laguna marcaron ayer uno de los días más laguneros, el 9 de septiembre, en el que tiene lugar el Descendimiento y la Procesión del Traslado del Crucificado Moreno. Desplazada por esas razones la imagen al Hospital de Dolores desde el mes de julio, la de este sábado fue la edición más novedosa y a la vez, paradójicamente, también la más tradicional.

Cambió la ubicación para el acto matutino en el que el Cristo es bajado y en el que los fieles le besan el pie, así como el recorrido hacia la Catedral -donde permanecerá hasta el jueves-, pero al mismo tiempo hubo tradición, quizá más que nunca. Cada año la talla es retirada de su hornacina para ser colocada en el trono en el que saldrá a la calle (en eso consiste fundamentalmente el Descendimiento) y en este caso, por la provisionalidad de su actual sede, estaba ya en el paso. La ceremonia se celebró igual. O dicho de otra forma: el Cristo fue bajado de su cruz para volver a ser subido. Pesó la costumbre y esa cita ineludible para muchos laguneros del besapié paralelo.

La función religiosa fue presidida por el obispo de la Diócesis, Bernardo Álvarez, y convirtió el templo de la calle San Agustín en una olla a presión. No cabía un alfiler. Imposible entrar. Lo que le ocurría a una señora de Lanzarote era elocuente: preguntaba en el exterior qué podía hacer para ver el momento en que el Cristo es descendido como quien recurre al local para que le revele que hay una puerta por otro lado. Pero no la había. La única fórmula era esperar a más tarde. Y la feligresa, y una cuantas decenas de personas más, se tuvieron que conformar con la pequeña sombra que a esa hora, pasado el mediodía, con el sol cayendo a plomo, ofrecían las casas de enfrente.

Doce salvas sobre el cielo de la vieja Aguere anunciaron un rato después que había llegado el momento. En esta ocasión fue descendido por cuatro esclavos, y sin los sacerdotes habituales, por la dificultad añadida de tener que efectuar la maniobra sobre el trono. Otra de las singularidades de la celebración de por la mañana es que reciben la medalla los nuevos miembros del colectivo. Fueron siete en este caso, aunque uno de ellos tuvo que abandonar el templo en ambulancia antes de que le fuese entregada.

A partir de las 18:30 horas salió el Cristo en procesión por un trayecto más largo que de costumbre. Dio una vuelta completa al casco histórico (San Agustín, Ascanio y Nieves, La Carrera, Viana, nuevamente San Agustín y Juan de Vera). Como es tradición, el Orfeón La Paz le cantó en las escalinatas de su sede social, y el cortejo enfiló entonces hacia la Catedral, donde la imagen permanecerá durante los próximos cinco días, el denominado "Quinario", que predicará el arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, y en el que actuarán diferentes coros: ayer cantó el de Cámara de Garachico, hoy y el martes será el turno del Círculo de Amistad XII de Enero, y mañana y el miércoles intervendrá el Epifanía.

El 14 será el día grande de la ciudad. Después de la procesión cívico militar y el recibimiento al representante real dará comienzo en el templo catedralicio una eucaristía a cuyo término recorrerá las calles el Cristo hasta el Santuario. Estará allí, en la puerta, hasta por la tarde-noche.