El directo es como la prueba del algodón, es decir, nunca engaña. Por muchos discos que hayas escuchado o crónicas leídas, el cara a cara de Nick West supera todas las previsiones. En cuanto arranca el concierto la música suena a toda velocidad tocando distintos géneros en pequeñas franjas de tiempo: funky, reggae, reggaeton o salsa. Lo de menos es la etiqueta, lo importante es contagiar su ritmo eléctrico.

West es una bajista extraordinaria, pero no menos talentoso es Hubie Wang, un guitarrista con el que comparte el liderazgo que acatan RJ Norwood Jr (batería), Clifton Williams (teclado y voz) y las solistas Amber Sauer y Demmann Crawford. El tiempo pasa volando cuando escuchas el talento que derrocha la propuesta de un sexteto que anoche convirtió al teatro Leal de La Laguna en una discoteca de los años sesenta durante más de una hora y media. Improvisación, pasión y una vitalidad a prueba de bomba. Eso es lo que destila una creadora que llegó a Aguere con la fama de armar buenas actuaciones y que contagió a los espectadores desde el principio. Una lección de buenos fundamentos musicales; de armonía y compenetración para buscar esas sonoridades que llaman la atención. A partir de esa regla, que parece sencilla pero que no lo es, deslumbró con una puesta en escena sencilla, aunque extremadamente efectiva. Y es que la música fluye en libertad y limpia cuando pasa por las manos de Nick West.