"Tú le preguntas a alguien si quiere equidad educativa y nadie te va a decir que no. Tendrás que preguntarle qué entiende por equidad, porque todos creen que su modelo es el más justo". José Saturnino Martínez lleva mucho tiempo haciéndose planteamientos como este. Este sociólogo experto en educación imparte clases en la Universidad de La Laguna y ha centrado su labor investigadora en analizar cómo el origen social condiciona los resultados académicos. Acaba de publicar "La equidad y la educación" (Los libros de la Catarata), donde aborda cuestiones como esta.

En el libro habla de distintas desigualdades educativas. ¿A qué se refiere?

Cuando hablamos sobre equidad nos referimos a las desigualdades que hay en el mundo, cuáles son justas y cuáles son injustas, y cómo se pueden cambiar. El ejemplo que pongo siempre es: ¿podemos hacer una ley que prohíba que la gente trabaje? Eso en principio es una desigualdad injusta, pero tenemos una ley por la que la gente menor de 16 años no puede trabajar. El libro tiene una parte donde se explica que hay muchas formas de entender la sociedad y la equidad, y otra que analiza qué desigualdades hay en España en educación y si son justas o no. Yo pongo énfasis en las que me parece que son injustas.

¿Cuáles son?

Yo lo que más he trabajado durante todo este tiempo es lo que tiene que ver con la desigualdad social debida al origen. He tenido en cuenta los elementos de minoría cultural, la inmigración, y los elementos de género, pero tanto las minorías culturales como los temas de género los miro con el prisma de la desigualdad social en origen, porque lo que me dice la experiencia es que el origen social es lo que produce más efectos.

La Consejería de Educación va a reforzar la plantilla de los centros con peores indicadores sociales. ¿Es una medida eficaz?

Es algo en lo que llevo años incidiendo, con lo cual estoy muy satisfecho de ver que la Consejería hace cosas que parece que tienen sentido. Además, el refuerzo no es estrictamente académico, sino que se ha hecho un refuerzo con educadores sociales. En centros en los que hay tanta desigualdad cultural, y donde hay problemas no solo económicos, sino de marginación social, que haya gente que sepa trabajar con este tipo de alumnado, que esté conectada con la Administración, que sepa contactar con servicios sociales, es fundamental. Lo interesante es que la Consejería recoja la información suficiente y dentro de cuatro o cinco años podamos evaluar si el proyecto está funcionado.

La mayoría de la población piensa que la desigualdad ha aumentado durante la crisis. ¿Es cierto?

Esa es una de las grandes paradojas que he encontrado haciendo esta investigación. La crisis económica es la más grave desde la Guerra Civil. La economía española se redujo un 10%; el presupuesto por estudiante bajó un 25%; los recortes fueron brutales; aumentaron las ratios; se redujeron planes de apoyo a la diversidad. Y la equidad no se ha visto prácticamente resentida.

¿Lo ha compensado la familia?

Tenemos varios factores. Están los servicios educativos, que se han resentido sobre todo a costa de los trabajadores. No se han cerrado colegios, no se ha quedado alumnado sin matricular. Tenemos profesionales más estresados, más sobrecargados y con peor salario, pero a pesar de eso su desempeño laboral no se ha visto empeorado. Han aumentado las ratios, pero al mismo tiempo ha descendido el número de alumnos que se matriculan en los colegios porque hay menos niños. Y luego están los elementos externos. Para entender lo que pasa en la escuela hay que ver qué pasa fuera: en la familia y en el mercado de trabajo. A más paro, la gente capta el mensaje y estudia más. Eso está bastante comprobado. No solo ahora, hay literatura de otras crisis donde también ocurre. De los pocos gastos que han subido con la crisis, uno es el gasto en educación. Es decir, mientras el Estado está recortando, las familias están poniendo más dinero para la educación. Esa combinación de que los pibes no tienen más alternativas -antes podían ir a la obra y ahora no- y que las familias se han dado cuenta de que lo que hace falta es educación ha hecho que los niveles de abandono educativo y fracaso escolar sean los más bajos de nuestra historia, que los indicadores de PISA de rendimiento estén prácticamente iguales y los de equidad de PISA se mantengan bastante estables. Es decir, la desigualdad económica en España se ha disparado y la desigualdad educativa se mantiene constante. Solo ha empeorado el 5% más pobre.

¿Cómo afecta a los resultados educativos el nivel de interinidad docente, muy alto en Canarias?

No lo he estudiado en el libro, pero afecta mucho a la vida de los centros, porque un centro en el que entran y salen profesores es un centro al que le cuesta tener proyectos duraderos en el tiempo. La alta movilidad del profesorado dificulta que haya una cultura de centro, que se conozcan bien los problemas que tiene cada estudiante.

¿Es buena la formación de los alumnos de Magisterio?

Creo que permanece bastante estable durante todo el tiempo. Uno de los resultados que destaco del estudio es el nivel de competencias según su nivel de estudios. Ya sea gente que estudió con la Ley General de Educación, la LOGSE o con la ley anterior a la general, el nivel de competencias asociado al título es increíblemente constante en España. Durante ese proceso ha habido modificaciones de leyes, la sociedad ha cambiado una barbaridad en 40 o 50 años, el perfil del profesorado ha variado, pero el nivel de competencias asociado al título no. Eso nos lleva a pensar que el sistema es mucho más estable de lo que creemos.

¿No afectan tanto los cambios legislativos?

Efectivamente. Porque la gente entra en el aula, cierra la puerta y la ley pondrá lo que sea, pero tú haces las cosas como buenamente sabes. Para mí es de los resultados mas sorprendentes. Cambia un poco la mirada que tienes sobre si el sistema va mejor o peor y sobre los efectos de las leyes. Lo relativiza todo un poco.

¿Y eso es bueno o malo?

Habla bien del sistema, porque una de las cosas que tiene que hacer un sistema educativo es asegurar que un título cumple unos estándares. Y habla mal en el sentido de lo difícil que es cambiar eso. Es muy complicado conseguir políticas educativas fáciles de aplicar y efectivas en el corto plazo. Mucha gente dice "si copiamos esto, si hacemos lo otro, en tres o cinco años tenemos esto". Por muy bien que lo hagas tienes que esperar esos diez años. Y los cambios en el sistema no son tan fáciles, tan rápidos ni tan previsibles como creíamos.

Es decir, eso de exportar lo que se hace en Finlandia no es tan sencillo.

Yo con eso soy muy crítico. Para empezar, antes de irnos a Finlandia, podemos ver los resultados de Castilla y León, que tiene resultados como los de Finlandia. Castilla y León tiene las mismas leyes que el resto de las comunidades autónomas, el profesorado se forma de manera parecida y las oposiciones son equivalentes. Castilla y León es una comunidad autónoma con mucha tradición por los estudios. Ya desde el siglo XIX era una comunidad con bajas tasas de analfabetismo y con una escuela de tamaño medio -con municipios pequeños- fácil de gestionar. Pero a lo mejor el modelo de Castilla y León no es exportable a Canarias. Los sistemas educativos son muy complejos, tienen equilibrios internos no fáciles de detectar y la copia normalmente no te lleva a ningún lado.

El escaso interés que ha habido por la formación tiene un reflejo en la Canarias de hoy, pero ¿hasta qué punto es válida esa justificación histórica?

Tiene más peso del que nos gustaría. En el libro explico que para ver los resultados de PISA del año 2015 es suficiente con mirar la alfabetización de 1860. Hay una inercia histórica que no se cambia fácilmente, pero tampoco podemos caer en la desidia por eso. Canarias, entre PISA 2009 y 2015, obtiene una mejoría que no es para tirar cohetes, pero es algo. Hay países que han conseguido romper esa inercia. Me atrae mucho Corea del Sur. Tiene muchos problemas, pero cuando uno cree que hay una maldición histórica, mira a Corea del Sur y ve que es un país donde había más analfabetismo que aquí, que estaba más destruido que España, pero era un país que tenía claro que no tenía petróleo ni oro, no tenía nada. Hubo una política estatal y del mercado de trabajo de apostar por la formación y hoy es uno de los países con mejor formación.

Es un modelo discutido por el nivel de estrés que genera.

Sí, el modelo coreano lo están cuestionando ellos mismos, por el sufrimiento que genera en los estudiantes, pero hay una lógica desatada que, aunque el Estado y el mercado intentan cambiar, es muy difícil hacerlo. No hay estado del bienestar y las familias tienen muy claro que el futuro de sus hijos y padres depende de la nota que saques en Selectividad. El modelo coreano es muy sádico, aunque sea muy bueno desde el punto de vista de la eficiencia. También demuestra que no hay una maldición: puedes partir de niveles de analfabetismo muy altos y cambiar. No puedes comparar España con Finlandia, porque a principios del siglo XX estaban muy alfabetizados. Corea del Sur tiene mucho más que ver con España, pero no nos gusta. Por eso digo que tenemos que ir viendo qué es lo que hacen los demás para entender mejor el nuestro, pero no para copiarlo.

¿Qué debería hacer una comunidad como Canarias ahora que ha visto cómo sus indicadores mejoran para que el cambio no sea coyuntural y sí estructural?

El paro ya está empezando a reducirse, pero no ha vuelto el fracaso. ¿Por qué? Porque el mercado laboral que hay hoy no tiene nada que ver con el que había antes de la crisis. España produce lo mismo que en 2008 con dos millones menos de trabajadores. Eso quiere decir que el mercado de trabajo se ha escorado hacia un factor más productivo: mejor formación, más cualificación. Antes de la crisis, sin estudios, más o menos podías escapar. Hoy los universitarios lo tendrán mal, pero si no tienes título, olvídate. Las tasas de paro de la gente sin estudios son hoy mucho más altas que tenían antes de la crisis. No se trata solo de que baje el paro, sino de lo que pasa con el paro de la gente sin estudios.

¿Cuánto influye la inversión en la calidad de la educación?

Igual que hablábamos antes de cómo la crisis no había afectado al rendimiento educativo ni a la desigualdad educativa, la pregunta se puede hacer también al contrario: cómo la expansión económica no afectó al desempeño educativo ni a la desigualdad educativa. Entre 2000 y 2008 metimos un montón de dinero en el sistema y el sistema no lo notó. Si no lo notamos cuando subimos, ¿por qué lo íbamos a notar cuando bajamos? Lo que vayamos a hacer ahora vamos a intentar hacerlo con más tiento, porque la experiencia nos dice que lo que hicimos hasta 2008 no sirve.

En Canarias pensábamos que el sistema no podía funcionar con menos de 1.500 millones de euros y ha generado mejores resultados.

Efectivamente. Hay más esfuerzo de las familias y menos oportunidades de los jóvenes. Quitando la universidad, tú lo puedes hacer todo gratis, así que para estar parado, estudias. El problema que hemos tenido es la falta de plazas. Las FP no dan abasto.

¿Las universidades están perdiendo alumnos por el aumento del precio de matrícula? ¿Qué dicen los datos?

El precio del título universitario ha crecido un 50%, pero ese aumento supone unos 30 euros al mes. ¿Una familia va a dejar que su hijo no estudie? A pesar del aumento del coste, crece el porcentaje de jóvenes que estudia en la universidad y el de becarios. Hay un margen que deja de estudiar, en torno al 5%, según el INE. Es un porcentaje horrible, debería ser cero, pero no es tan elevado. Somos el segundo país más caro de Europa para estudiar en la Universidad, después de Inglaterra.

Hay que saber qué se hace bien y qué mal, pero también tener mucho cuidado con someterse demasiado a los criterios que fijan los ranquin. "La gente piensa que se puede clasificar todo por una única dimensión. Y que todo el mundo sepa de deporte y poco de muchísimas cosas nos dificulta que se entienda. En el deporte está claro. ¿Quién es el más rápido? Fulanito. ¿Quién ganó la liga? El que más partidos ganó. Se acabó. Ahí, una clasificación de una sola dimensión es un buen indicador para saber si esa gente es buena o mala". Exportar esa lógica a las universidades, no.

Eso es lo que piensa José Saturnino Martínez, que alerta de que "cada vez que tú usas un ranquin, la gente no se preocupa ya de hacer las cosas bien, se preocupa de salir bien retratado". Hay asesorías que se dedican a ello. "En los ranquin se suele tener en cuenta mucho la investigación que se hace en ciencias naturales. Pues nada, los que no somos de ciencias naturales, lo que hacemos no cuenta. También cuentan los Premios Nobel, y para eso necesitas ponerle un cheque en blanco a alguno..."

Hay una cuestión que "tiene que ver más con el ruido político que genera y con la adaptación de las universidades a esta nueva lógica, de gestión de las instituciones como si fueran supermercados, y no acerca de tener un conocimiento profundo de los problemas y saber a dónde vas", lamenta el experto. "La ULL se ha entrado esta lógica, pero no de una manera loca".

La forma más equitativa de pagar la Universidad

En la actualidad, hay un debate sobre cuál es la forma más equitativa de pagar los costes universitarios y asumir "el coste de vivir". "Hay dos grandes planteamientos ahora mismo. Hay uno que es más o menos del que venía España, y es café para todos: ponemos una matrícula que ni de lejos se acerca al coste real de la matrícula -a la familia le duele, pero ni de lejos se acerca al coste real- y eso lo combinamos con una política de becas para que la gente no necesite trabajar. Y luego hay otro planteamiento que considera que si tú vas a la universidad, eso es un beneficio que tú le vas a sacar a la vida, así que lo tienes que pagar tú. Si no tienes dinero te vamos a poner un sistema de becas y el resto que se pague lo que le cueste, y si no puede que pida un préstamo. Eso es lo que hace el modelo anglosajón".

La burbuja de préstamos

En Estados Unidos, donde la responsabilidad es de la persona, los préstamos para pagar las matrículas universitarias empiezan a ser un problema grave. "Hay tal burbuja con estos préstamos que se está diciendo que puede ser tan dañina como la que tuvieron de vivienda, porque a la gente le pasa lo mismo que en España, no en la misma dimensión, pero están acabando la carrera y no encuentran trabajo. Sin embargo, desde que acaban la carrera ya tienen una hipoteca. Y está pasando otra cosa que es bastante siniestra, que no sé de qué magnitud es pero que ya he visto en la prensa seria - "The Guardian" y "The Economics"-: cómo la prostitución está entrando en los campus. Este tipo de prostitución se llama sugar daddy -el papito-, hombres mayores y con dinero que financian los estudios de chicas jóvenes, guapas y cultas", relata el investigador.