La cita tuvo lugar a primera hora de la mañana de un día de esta semana. Una decena de personas esperaba en la puerta del colegio Miguel Pintor, en la avenida José Martí, a los guías, Pepe y Chavi, para protagonizar una peculiar excursión auspiciada por la Autoridad Portuaria: la entrada a los túneles construidos en la década de los años cuarenta del siglo XX dentro de la Montaña de la Altura para formar parte del diseño de una hipotética base naval nunca acabada. Y la ruta mereció la pena.

Tras ascender un tramo de la avenida, el grupo -el grueso lo formaban los diez componentes de "Peatones de aquí", amigos unidos por la pasión del senderismo- llegó al inicio del acceso al barrio de La Alegría. Pepe señaló la ladera para distinguir la Cruz de Santiago y varios búnkers defensivos. Un entorno muy degradado, que suele ser objeto del vandalismo de esos que todo lo tiran y una oportunidad perdida de crear atractivos como un fantástico mirador para el turismo. Incluso se aprecian respiraderos que ascienden y salen a la luz en la parte alta de la montaña, pudiéndose ver desde el exterior la salida de estos. Apenas un simple esbozo de lo que se verá luego.

La comitiva gira a la derecha y después de traspasar la puerta accede a un gran espacio de almacenaje donde la Autoridad Portuaria guarda desde enormes "norays" o murones para atar los cabos a escalas de pasaje que parecen un tren, adoquines de los viejos muelles o báculos de la Farola del Mar. Solo una pincelada porque un poco más arriba espera lo mejor de la excursión.

Después de un corto trecho siempre en subida aparece la entrada de lo que podría pasar por una mina y corresponde a la trasera del colegio. Chavi abre y la admiración y la sorpresa se imponen a medida que la claridad entra en el túnel.

Exclamaciones de asombro y frases que surgen espontáneamente como "esto es un mundo" o "es increíble cómo se hizo a pico y pala horadando en la roca viva de la cueva". Un homenaje al trabajo de quienes quizás fueran presos políticos. Un largo tramo oscuro y la frescura repentina advierten de que ya están bajo tierra.

Todo es enorme dentro. Son en realidad no uno, sino tres grandes túneles de 76 metros de fondo por 15 de alto cruzados por varias galerías, pasillos de 25 metros de largo con techos a cuatro. Entre el olor a humedad (el agua se filtra por el techo) y una acústica fantástica aparecen paredes tapiadas, un aljibe "cegado" o escaleras con peldaños de hierro, los síntomas de un cierto riesgo si no se anda con cuidado. La ruta continúa.

Durante una media hora, el grupo recorre los túneles a lo largo y las galerías a lo ancho. Parece un "centro comercial" porque hay absolutamente de todo. Más de sesenta años como almacén y depósito de materiales dan para mucho.

"Peatones", guías y periodistas "empotrados" abrieron cada vez más los ojos al encontrarse con un universo de variados objetos, auténticos tesoros algunos. Ejemplos: los sillones del despacho de los presidentes de JOP; carteles de elecciones pretéritas (hasta uno del CDS de Suárez); cajas fuertes; los viejos pupitres del colegio Miguel Pintor; linternas de faros; señales marítimas; vetustos vehículos oficiales llenos de polvo o los restos de algún artilugio inaugurado a bombo y platillo, con más sombras que luces, que luego desapareció y se decía estaba en algún domicilio... Hasta una urna, tan de moda hoy en Cataluña.

Pepe adelanta una buena noticia a estos amantes del patrimonio y la historia de su ciudad y de la isla: "Estamos a la espera del cambio de uso del suelo de la Estación del Muelle Norte para ubicar allí un Museo Marítimo o Naval".

"Material tienen de sobra aquí", responden a una Héctor, Ulises, Mary, Eugenia, Marisa, Fátima, Isabelle, Isabel, Orlando y Andrés... Curiosos y privilegiados "Peatones de aquí" que vivieron una experiencia diferente y única. En las entrañas de la Altura.

En la década de los 40

El ingeniero Carlos Quintana ha elaborado varios trabajos sobre la montaña de la Altura y sus túneles, de los que piensa que "todavía queda mucho por saber". En 1943 la Marina solicitó a la Junta de Obras del Puerto (JOP) la cesión de los terrenos de este entorno con la idea de ubicar una base naval, complementaria a la de Las Palmas y nunca acabada. El proyecto, que algunas tesis vinculan a un refugio para los submarinos alemanes en la II Guerra Mundial, incluía tres túneles bajo tierra utilizados como almacenes y depósitos de combustible. Un cuartel de Infantería de Marina y el espacio modificado del Muelle Norte completarían la infraestructura. Las obras acabaron en 1949, pero la base

nunca se hizo realidad y en 1964 fue declarada inadecuada para la defensa.

Muy cinematográfico

Quedaron como legado de aquella frustrada base los túneles y el cuartel, hoy colegio Miguel Pintor. Los primeros volvieron a la entonces Junta de Obras del Puerto (JOP) y hoy la Autoridad Portuaria los usa como almacenes y depósitos. El segundo, al Ministerio de Educación y Ciencia en 1970. En 1984 pasó de llamarse Colegio Santo Domingo de la Junta del Puerto a Miguel Pintor, en honor a su fundador, el ingeniero Miguel Pintor González. Como curiosidad, los túneles albergaron hace cinco años, en 2012, el rodaje del largometraje "Project 12. The Bunker", del tinerfeño Jaime Falero. Un escenario muy cinematográfico.