Cuando uno piensa en hacer cine le vienen a la cabeza los actores y el glamur, decir "acción" y "corten" bien alto, los "castings", las cámaras y el rodaje, el director de arte dibujando preciosos bocetos y la jefa de vestuario diseñando unos fantásticos atuendos. Si además uno se ha interesado un poco más por el (llamado) séptimo arte, sabrá de las interminables horas de rodaje, el frío y el calor de los exteriores, las discusiones entre el director y los actores por esta o aquella frase. Los innumerables contratiempos: la lluvia que nadie esperaba, las obras en la calle que, con su ruido, no permiten rodar, ese avión cancelado que no trae al actor y obliga a cambiar ( una vez más) el plan de rodaje, el tener que rodar la secuencias con nieve en julio y las de playa en diciembre, con los enfados y catarros de los actores derivados de esos caprichos de los rodajes.

En definitiva, cuando uno piensa en hacer cine esto es lo que le viene a la mente. En un momento dado todo eso finaliza, se acaban las mezclas de sonido y se termina la corrección de color; los subtítulos a los diferentes idiomas están corregidos y se ha dado el visto bueno a los títulos de crédito (aunque seguro que nos hemos olvidado de alguien). Y una mañana (es cuando se ven las pruebas de proyección) en un cine cualquiera, mientras se limpia el "hall" y se hacen las palomitas para la sesión de tarde, acompañado del productor, algún amigo, el "dire" de foto y la gente de marketing y prensa, ves por primera vez la película acabada en pantalla grande. Las luces se encienden, la gente se da la mano contenta y el proyecto está terminado? pero acabas de saber que estrenas en tres meses y empieza el lanzamiento, las ventas a las televisiones, a las distribuidoras, a los festivales, acaba el cine y empieza la película.

Siempre he considerado que hacer una película es lo fácil (o lo que a mí más me gusta). La venta de la película me resulta mucho más complicada, pero la paradoja está en que si no se vende bien, si no consigues meter gente en el cine, la película, básicamente, no existirá. A la hora de hacer el tráiler, el póster, las comunicaciones en las redes sociales, los anuncios en televisiones, autobuses o donde sea, tienes que pensar cuál es tu mejor argumento de venta. Las grandes películas con Tom Cruise, Angelina Jolie o Penélope Cruz lo tienen claro y anuncian a sus estrellas. Los que hayan conseguido ganar algún festival importante pondrán la palma, el oso o el león (de Cannes, Berlín o Venecia) bien visible en su póster; otros pensaremos si potenciar la historia de amor o, en mi caso, con los dos mejores actores de Rumanía en la película, cómo vender esa confluencia estelar. Solo tienes unos segundos para que la gente decida ver tu película al ver el póster, el tráiler o el anuncio en un autobús. ¿Vendemos que es de acción o que es un "thriller"? ¿Apostamos por la nostalgia, ya que es de época, o contamos que es un triángulo amoroso de alto voltaje? Que sea de acción gustará a los chicos, las chicas preferirán ver a sus galanes luchando por el amor de la chica y la nostalgia servirá para traer al cine a los mayores. La película tiene todo esto, pero que esa mezcla funcionara en ella no garantiza que funcione como relato de venta; hay que tener mucho cuidado con lo que se comunica y con cómo se comunica; te juegas tu película.

Al final hay que volver a hacer "otra película", hacer un tráiler que no engañe, pero atraiga; un cartel que sorprenda y capture la atención del espectador en el cine y te haga al menos competir con los superhéroes americanos y las grandes estrellas mundiales, para que una pareja antes de comprar las palomitas diga: "¿Y si vemos esa?". Llevar a la gente al cine, conseguir que las salas se llenen, es un trabajo complejo y que requiere contar las cosas de una manera diferente; no es una película, es publicidad de la película y más vale tener eso claro. Hay que tener una página de facebook con entradas cada día, instagram, rodar entrevistas especificas para esto y aquello, llevar a tus actores a cuantos más programas de televisión sea posible, hacer (si se puede) varios preestrenos en varias ciudades para generar expectación y poner a tus actores cerca del público, que firmen autógrafos y también, por qué no, ir a sesudos programas de radio a contar cómo y de qué manera llegaste a la conclusión de que querías contar esa historia; allí queda bien contar de manera muy intelectual la "necesidad" que tenías de llevar al cine esta historia, pero la verdad es que rodar es un regalo y hacer una película es, básicamente, un gran premio, y te sientes la persona más afortunada del mundo (al menos ese es mi caso). Lo que estás pensando en esa entrevista es que quieres volver a rodar otra película y volver a decir "acción", y sentir cómo las indicaciones que le diste al actor funcionan y te estás emocionando. Ver cómo el director de arte lo ha bordado y aquello tiene una pinta estupenda, que la luz es como te la imaginaste y el "dire" de foto ha creado una atmósfera mágica que ayuda a contar tu historia, mirar detrás un segundo y ver cómo miran el monitor, maquillaje, atrezo, peluquería, el ayudante de dirección y la "script" y todos, durante unos segundos, se olvidan de su trabajo para entrar en la historia, en la película; el tiempo que pasa entre el "acción " y el "corten", y tú sabes durante aquella entrevista en la radio que ayuda mucho tener muchos espectadores para volver a decir "acción", así que vuelves a coger energía y a intentar convencer a cuantos más puedas de que vayan a ver tu película. Sabes que si ven la película les va a gustar, pero el reto es ahora que vayan, que elijan tu película entre todas las que se proyectan, que se apaguen las luces y que entren en la historia, que se ilusionen, sufran, rían, se emocionen y disfruten, y que cuando se enciendan las luces tengan ese sentimiento que se tiene cuando has visto una buena película, no te quieres levantar, no quieres que se acabe, piensas una vez más en la historia, en la trama, sientes otra vez el estremecimiento que tuviste y recuerdas cómo te emocionó la música en la secuencia romántica. Para eso has hecho la película, solo tienes que conseguir que la vean; para eso se pide "acción", para hacer que las películas y las emociones empiecen Eso es el cine.