En arquitectura el siglo XX empezó en Canarias probablemente dos veces. Primero en los modernos años 20 y 30 cuando el movimiento racionalista dejó fantásticas piezas que hoy decaen. La segunda vez fue a principios de los 80 cuando la democracia acercó a Canarias nuevos aires.

El primer hito histórico de la democracia fue el concurso de 5 parques para la ciudad de Santa Cruz liderado por Adán Martín, que ocupaba la concejalía de urbanismo. En aquel momento, a principios de los 80, en Europa la gran cultura de concursos de arquitectura comienza en París: concursos abiertos buscando la mejor idea, esa era la filosofía, y Adán empieza aquí con lo mismo. Los convocaba, buscaba las mejores bases posibles junto con su equipo, aquellos lápices de oro de los que se rodeó, se iba de los jurados y eran los arquitectos quienes decidían. Descargaba en el arquitecto que él reconocía como más sólido la responsabilidad de la decisión (una especie de arquitecto "in cap" del concurso), y eso contaminó positivamente muchos concursos de aquella época. Ahora esa cultura ha desaparecido. En aquella época también era posible la contratación directa, y también ésta la utilizó Adán por razones artísticas cuando seleccionó a Calatrava para el Auditorio, o a Garcés y Soria para el Muso de la Ciencia, pero en general, en un cómputo global su gran apuesta fueron los concursos.

No fue el único, Jerónimo Saavedra convocó un gran concurso que nos dejó la hermosa Presidencia del Gobierno de Tenerife y el alcalde de Icod de entonces, Carmelo Méndez convocó el concurso de ideas que rescató al Drago de su olvido, entre otros.

Ahora los alcaldes les tienen miedo a los concursos abiertos, no solo a los de ideas, sino a cualquier concurso. Tienen miedo de apostar por la buena arquitectura. Es una pena. Creo que si Adán ejerciera la política ahora estaría enamorado de las enormes posibilidades que nos da la nueva Directiva Europea de Contratación. Casi podríamos decir que él inventó algunas de las fórmulas ahora en vigor, o al menos lo inventó aquí, en la isla de Tenerife. Me refiero a aquellos concursos que convocábamos continuamente Pilar Parejo, José Bermúdez y yo, "concursos administrativos con ideas" que dieron lugar a diferentes parques urbanos, espacios culturales y deportivos que hoy pueblan la isla con dignidad. Pilar y yo nos fuimos de la política, pero da la impresión de que Jose se rindió ante las dificultades que se encuentra en el día a día. Hay actualmente un descomunal problema urbano -y, por lo tanto, arquitectónico- que la administración desatiende por completo. No solo en Santa Cruz, sino en todas las islas. Un problema que no se resuelve con la Ley del Suelo. Se resuelve apostando por la "buena" arquitectura y por el urbanismo "de calidad".

Aquella vanguardia de Adán dejó las mejores huellas que podemos encontrar hoy si miramos las islas. Perdió algunas batallas también, como la Presidencia de Las Palmas, o el Pabellón Santiago Martín, de escasa calidad arquitectónica, pero finalmente ganó muchas guerras y gracias a él contamos hoy con edificios de la talla de la Escuela de Artes Escénicas de Tenerife, el TEA, el Auditorio de Tenerife, el Museo de la Ciencia y el Cosmos, el edificio de Usos Múltiples 2, el recinto ferial, la biblioteca de Buenavista, el restaurado Hospital de Dolores y tantos otros.

Si los alcaldes sencillamente evitaran errores repetidos ya por otras ciudades en materia de arquitectura nos ahorraríamos todos mucho dinero y ganaríamos en calidad de vida. Pero está claro que la ciudad no ocupa un espacio relevante en la política canaria. Sirva un ejemplo: en el programa electoral de CC para 2015, partido gobernante en Canarias, en sus 159 páginas, la palabra ciudad aparece tan solo 4 veces (menos es nada).

Mientras en otros lugares de Europa en expansión, como Polonia, Lituania, o Portugal, se están convocando actualmente unos concursos de arquitectura de un nivel a la altura de lo que creemos que debe estar Europa, nosotros estamos a años luz y echamos de menos a personas como Adán.