Después de tres días sin temblores, cuando parecía que la actividad sísmica había desaparecido, ayer a las 14:34 horas se volvió a registrar un nuevo movimiento en Cumbre Vieja. Y a partir de ese temblor, un nuevo enjambre.

Hasta el cierre de esta edición se habían contabilizado otros siete seísmos, todos en Fuencaliente, menos uno que el Instituto Geográfico Nacional situó en Tazacorte. Siempre leves, sin llegar ni tan siquiera a una magnitud 2 en la escala de Richter, sin que sean percibidos por la población, pero cada vez más cerca de la superficie. Un movimiento a las 16:31 y otro a las 18:16 estuvieron a 17 kilómetros de profundidad. Por primera vez se baja de los 20.

Mientras tanto, un grupo cualificado de estudio volcanológico de Canarias (GEVolcán) ha aprovechado las redes sociales para informar de que justo antes de los seísmos registrados en Cumbre Vieja se observó "una deformación apreciable" del terreno.

En concreto, toma como referencia los GPS de la Universidad de Nagota en colaboración con Grafcan y el ITER instalados en La Palma por el Involcan, afirmando que "antes justo del primer enjambre ocurrido el pasado 7 de octubre 2017, hubo al sur de la Isla una elevación del terreno de casi 5 centímetros y en Mazo, de 1,5".

Se entiende, según esta apreciación, que el magma presionó, elevó el terreno y los seísmos liberaron la tensión.

Sin embargo, el propio Involcan resta valor a la información de GEvolcán al señalar en su Facebook que los datos de estas estaciones "son preliminares y precisan de una revisión", aunque no aclara si hay o no un error en la interpretación de los mismos. Eso sí, subraya que "cualquier interpretación de los datos realizados por terceras personas no es científicamente válida". Es más, Involcan dice que no se autoriza la reproducción de las gráficas de esta red, tal y como el GEvolcán hizo para informar a la población, sin consentimiento. La realidad es que en las gráficas, a falta o no de pulir, sí se observan deformaciones.