A partir del siglo XVIII comienza, aunque tímidamente, una nueva actividad económica en nuestro archipiélago por iniciativa inconsciente (ignoraban las repercusiones futuras) de algunos inquietos comerciantes isleños que, a través de sus contactos con los mercados europeos (sobre todo Inglaterra), transmitían, además, las bondades de estas tierras como punto de encuentro vacacional. Asimismo, algunos científicos ya habían elegido las Islas para el desarrollo de sus investigaciones. Salvadas las distancias entre unos y otros, un nexo los vinculaba en la bahía de Santa Cruz, ensalzada por todos como inicio de encuentros insospechados con gente y paisajes desconocidos. La elección de estas tierras para el trabajo y esparcimiento funcionó paralelamente gracias al "boca a boca" que se transmitía a través de los visitantes y que, luego, no dudaban en recomendar a sus amistades y colegas más allá de la punta del muelle. Así, Santa Cruz de Tenerife acogió, por un lado, la inversión de capital extranjero (Fyffes, Elder-Dempster, Wolfson, Yeoward); por otro, científicos de la talla de Nicolás Baudin, James Cook o Sabino Berthelot. Se hospedaban en modestos establecimientos hoteleros, pues habrá que esperar hasta 1890 para que surgieran, con capital inglés, los dos primeros grandes hoteles en Canarias: el Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria, y el Taoro, en el Puerto de la Cruz, hoy inexplicablemente abandonado, como tantas cosas, por el Cabildo de Tenerife. Había que afianzar el incipiente turismo para su codiciado desarrollo. Pero, en aquellos tiempos, aún no había irrumpido en el mercado el término "promoción", es decir, dar a conocer nuestra tierra tanteando incrementar las nuevas tareas que se presentaban ante los principiantes emprendedores.

Uno de los impulsos más importantes, si no el que más (martillea constantemente el nombre del Archipiélago en los medios de comunicación), es la coletilla "una hora menos en Canarias", que, al margen de los informativos, se escucha en cualquier programa nacional de radio o televisión. Lo bueno de todo esto es que no nos cuesta ¡ni un euro! Aunque ya hemos escrito aquí mismo sobre este asunto, es saludable recordar la fecha y el autor, con nombres y apellidos, de esta iniciativa que no ha hecho otra cosa sino reportar beneficios a las Islas. 1973 fue el año en el que se inició la gestión para consolidar una decisión que había que tomarse ante el disparate que significaba que un canario escuchase, constantemente, una hora que no era la suya. El nombre del autor de lo que hoy se considera como normal es Enrique Sebastiá Sanz, director que fue de Radio Nacional de España en Canarias durante tres años, suficientes para poner en marcha una serie de proyectos profesionales que repercutieron positivamente en la audiencia de la emisora.

El indicativo de Centro Emisor del Atlántico pasó a ser el de Radio Nacional y creó una parrilla de programación exclusivamente para las emisiones en onda corta, dedicada de forma especial a los canarios residentes fuera del Archipiélago. América Latina se convirtió en la gran receptora de los mensajes que se emitían desde el monte de Las Mesas. Nacía aquí Radio Exterior de España, cuya emisora estatal, curiosamente (también vale la pena recordarlo), se instaló en Canarias con este fin, esto es, tener informados a los emigrantes canarios de lo que sucedía en su tierra. Las noticias de la patria chica recorrían los diferentes continentes, dando fe de ello la innumerable correspondencia que se recibía en los estudios de la calle de San Martín. Enrique Sebastiá entendió la situación al momento y amplió la programación con un seguimiento incansable y exquisito, aumento que desde Madrid, ¡cómo no!, se encargaron de reducir argumentando que en Puerto Rico se había instalado un potente emisor que daba mayor cobertura. Y era cierto. Pero lo que descendió de verdad, después de unos años, fue el contacto de los canarios con su tierra. Los emisores de onda corta de Las Mesas se apagaron y Madrid tuvo la generosidad de dejar diez minutos de programación canaria, que se emitían desde Prado del Rey. Pero en esta época Enrique Sebastiá ya no estaba al frente de la emisora en las Islas.

Esta realidad, sobre la célebre coletilla, no ha sido tenida en cuenta por el Gobierno de Canarias. Y debería hacerlo. Nadie ha pensado en un simple reconocimiento a Enrique Sebastiá Sanz, en un premio a unos merecimientos que indudablemente tiene, a un trabajo realizado de manera ejemplar en pro de nuestra Comunidad Autónoma. La singularidad horaria se mantiene gracias a la cordura y caballerosidad de un profesional de la radio que actuó eficazmente sin alharacas y en silencio. El Día de Canarias es una fecha propicia.

Cartas al director

No deben exceder de 20 líneas y se identificarán con el nombre, domicilio, DNI y teléfono del autor. EL DÍA se reserva el derecho de extractar los textos. No se informará por escrito ni por teléfono sobre las cartas recibidas.

Cuarto aniversario de la muerte del padre Jesús Mendoza

Se cumplen cuatro años (y parece que fue ayer) de la muerte del padre Jesús Mendoza, 17 de octubre de 2013, el que fuese prior de la basílica de Candelaria, vicario del Provincial en el convento de los dominicos de Candelaria y de la orden de Predicadores. Nació en Juncalillo de Gáldar (Gran Canaria) el 9 de agosto de 1944. Cursó sus estudios en su ciudad natal y emigró.

Tras pasar dos décadas en la Península, en 1986 regresó a Canarias para tomar posesión como prior de la comunidad dominica de Candelaria y rector de su basílica, así como párroco de Santa Ana de dicha Villa y Santa María Magdalena de Las Caletillas.

El padre Jesús Mendoza, de trato bondadoso y cercano, era muy querido entre todos nosotros, también de forma particular por sus vecinos de Candelaria. Su vida se caracterizó por su entrega a los demás, especialmente hacia las personas mayores. Con inquietudes humanas y sociales de ayudar a los necesitados, se mostró entregado y se volcó con ilusión en ayudar al prójimo; además, muy unido a todos los niños, que lo adoraban. Entre sus últimas iniciativas figura la Casa de Acogida de la Fundación Canaria Santuario de Candelaria, cuyo objetivo es que los mayores menos favorecidos tengan acogimiento y una mayor calidad de vida.

Así lo hizo día a día, y era un fiel seguidor de nuestras tradiciones populares.

Aparte de su adorada niña, su morenita la Virgen de Candelaria, sentía fe hacia dos imágenes más: N. S. del Pino de Teror y del Cristo de La Laguna.

Gracias a él se lleva realizando la muestra y exposición Virgen María 7 Islas 7 Amores. Cuando le presenté la idea me apoyó en todos sus conceptos y me dijo que la divulgara por todos los pueblos de Canarias para que la gente conociera la historia de todas las patronas de una y cada isla del archipiélago canario. Así lo voy haciendo y así será.

Van cuatro años y su memoria sigue patente en todos los isleños.

Cuando la gente es buena y generosa nunca se olvida, y él era una de ellas. Ojalá otros tuviesen la mitad del ejemplo que él demostró con sus actos al pueblo canario.

Santi González Arbelo