En una temporada hay tiempo suficiente para encontrar puntos álgidos, en los que la euforia hace pensar que el objetivo final se conseguirá con cierta suficiencia, y otros de decepción en los que se vislumbra la opción del fracaso como probable. En medio, los grises.

El Tenerife se encontraba, después de superar a Rayo Vallecano y Córdoba en las dos primeras rondas de Copa del Rey que disputó, en un estado anímico que le permitió recibir como una buena noticia el sorteo en el que quedó emparejado como el Espanyol. Ahora, en cambio, observa el partido de este jueves como un obstáculo en su camino liguero.

Se le ha torcido el asunto a los pupilos de José Luis Martí que, desde aquella tarde en que fueron capaces de golear al Córdoba en el Nuevo Arcángel (1-4), han empeorado sus sensaciones de forma notable. No tanto por los mejorables resultados (dos victorias, tres empates y una derrota), sino por las sensaciones que ofrece ahora el equipo blanquiazul.

No obstante, los insulares quieren desconectar de la competición liguera duante unos días para afrontar un "reto bonito". Juan Carlos Real confirmaba que lo disputarían "con la máxima ilusión" y sin dejar nada en la reserva. Eso, en cuanto a esfuerzo. Pero Martí sí protegerá futbolistas.

Como siempre dice el técnico balear, la formación que presente ante el Espanyol será "competitiva". Pero tendrán cabida jugadores con menos minutos en los últimos encuentros como Carlos Abad, Luis Pérez, Alberto, Brian Martín o Suso Santana. Será 2.908 días después de aquel Tenerife-Celta del curso 09/10, saldada con derrota y eliminación (0-1).