Toshiko Mori es una arquitecta japonesa residente en los Estados Unidos. Toshiko nació justo después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Japón aún estaba ocupado por el ejército estadounidense y la situación económica no era próspera. Y ocurrió algo que ha influido después en su trabajo como arquitecta: durante su infancia, si quería juguetes tenía que fabricarlos ella misma, así que aprendió a utilizar todo tipo de materiales para fabricarlos.

En los años 70 dejó Japón y se fue a estudiar Historia del Arte en Florencia, aunque posteriormente se trasladó a Nueva York donde se graduó como arquitecta en la Cooper Union. En la actualidad es profesora en la Universidad de Harvard, a donde nos invitó una vez y pudimos compartir unos días de curiosidad y paseos por Boston y Cambridge.

Desde su primer trabajo fue consciente de la existencia de una brecha de género en su profesión. En su empresa son ellas las que dirigen los proyectos a pie de obra, y ellos los que se quedan en la oficina construyendo maquetas y haciendo dibujos. Según sus propias palabras "las mujeres resultan mejores en las obras. En primer lugar, no tienen problemas de ego y además son capaces de trabajar en equipo". Ella describe su propio camino en la arquitectura como un arquitecto multipista: trabajo corporativo, práctica individual, academia y familia (tiene una hija que ya es arquitecto como ella).

En algunos encuentros en los que ha participado ha explicado que durante su etapa de estudiante en la universidad parecía que no existían los códigos de género, ni los techos de cristal, que todos eran tratados igual, incluso siendo consciente entonces de que todos sus mentores eran hombres, pero luego, al enfrentarse a la vida real es cuando se da uno cuenta de los problemas:

"Tengo un doble estigma: soy una mujer y una minoría. De cualquier manera, ¡no puedo ganar! "

Sin embargo, sí que ha ganado, y hoy es considerada como una de las grandes arquitectas del mundo.

Uno de sus últimos proyectos, todos interesantes, es el realizado en 2015 en el Senegal. Una nueva residencia para artistas que fue seleccionada para la Bienal de Arquitectura de Venecia y allí coincidimos otra vez, en una fiesta que ella misma organizó para sus amigos, dispersos en el mundo, que visitamos, como si fuéramos peregrinos, Venecia cada año, cuando la bienal abre sus puertas.

Se trata de una residencia de artistas situada en una pequeña aldea rural llamada Sinthian en el sureste de Senegal, diseñada y construida con materiales locales y donde los constructores de la comarca compartieron con la arquitecta sus conocimientos del trabajo con bambú, ladrillos y techos de paja. La combinación de técnicas tradicionales e innovaciones en el diseño, aportadas por Mori, han hecho del edificio una obra singular.

Toshiko Mori dice sobre esta obra que "el centro cultural en Senegal es muy diferente a otros trabajos. Está diseñado paramétricamente porque tratamos de encontrar el uso más eficaz de la estructura y los materiales locales, como el bambú, el adobe y la paja. La idea era tener un edificio que tuviera un techo con una superficie máxima para proporcionar una profunda y fresca sombra y recoger la cantidad máxima de agua de lluvia. También necesitábamos capturar la mayor cantidad de viento posible para tener una brisa constante bajo el techo. Y queríamos trabajar con lo que tenían y emplear trabajadores locales, no simplemente traer algo ya preconstruido. La forma del edificio fue el resultado de todos estos factores, y no al revés". El resultado es que la residencia para artistas en Senegal tiene una gran claridad en su concepto, es de formas simples y de una gran belleza.