Antonio Morales, el talentoso presidente del Cabildo de Gran Canaria y líder emergente del insularismo de Nueva Canarias, ha puesto el grito en el cielo porque en los presupuestos del Gobierno canario para el año que viene hay más inversión prevista en Tenerife que en su isla. "No nos vamos a quedar de brazos cruzados", ha amenazado iracundo, para gran cagalera de Clavijo y sus mesnadas. Capítulo 7.325 y dos piedras del maldito pleito.

Morales, que es un político muy hábil, usa una de esas balanzas que se utilizan en los comercios de usura, en la que pesa más lo que se da que lo que se recibe. Hace tiempo, cuando se discutía el polémico destino del Fondo de Desarrollo de Canarias, Clavijo, que tiene su mala lechita, le dedicó una frase falsamente atribuida a Goebbels, el ministro nazi: una mentira que se repite muchas veces se convierte en una verdad. Morales se agarró una calentura y sugirió que el presidente de todos los canarios le había comparado con el orondo y siniestro ministro del Reich, algo que consideró indigno y una falta de respeto por la honorable institución que representa.

Sin embargo, demostrando que el fonil se puede usar por los dos lados, en un reciente pleno del Cabildo donde se hablaba del nacionalismo catalán, el propio Morales se desparramó con una frase dedicada al PP. "Siempre he defendido el rechazo a los nacionalismos excluyentes: de Hitler, de Mussolini, de Franco o Manuel Fraga Iribarne, y de Rajoy", dijo. Los populares se subieron por las paredes, pero Morales se quedó tan ancho, porque pega mejor de lo que encaja.

Tenerife lleva un histórico retraso en las inversiones de carreteras. La isla padece en estos momentos insoportables situaciones de colas kilométricas en sus dos principales arterias, del norte y del sur, incomparables con cualquier otra situación de atasco en Canarias. Dentro de las previsiones de inversión para el próximo año, el Gobierno contempla una inversión superior en esta isla que viene a compensar el importante atraso en esta materia y porque la gravedad de los problemas planteados lo demanda. Y como es normal, las gafas insularistas de Nueva Canarias lo consideran un atentado contra un falso equilibrio regional.

La provincia de Las Palmas tiene tres mil empleados públicos más que la tinerfeña. Y más parados. Si uno se pone a mirar los presupuestos con lupa, los desequilibrios se pueden encontrar en cualquier esquina. Pero o somos una comunidad o la parranda del tío Pepe. Con eso del pleito, las dos grandes islas canarias han acumulado capital, población e infraestructuras, construyendo un país desequilibrado. Y el modelo, azuzado por la ambición de las burguesías de ambas islas, tiende a perpetuarse. Romper con la pobreza de esta tierra pasa por cambiar el modelo laboral (sueldos de miseria), pero también por repartir territorialmente la riqueza. Y hacerlo a pesar de los ladridos de cualquiera de los dos gigantes que se lo quieren comer todo.