A lomos de su caballo, pasamontañas y con su inconfundible pipa, surcaba los irregulares terrenos de la sierra sureste mejicana. El subcomandante Galeano, antes subcomandante insurgente Marcos, era el nombre de guerra que utilizaba Rafael Sebastián Guillén Vicente, principal ideólogo, mando militar y uno de los líderes del grupo armado indigenista mexicano denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional o EZLN. Mucho se ha escrito sobre su figura, pero hoy en día solo queda su leyenda. Fue profesor universitario y confesó que la forja de un rebelde había comenzado años atrás en el Corte Inglés de Barcelona y en los bares para turistas. Sus últimas palabras antes de desaparecer de la escena revolucionaria las recitó en las entrañas de la selva, en un lugar donde "el pueblo ordenaba y el Gobierno obedecía": "No habrá quien viva de haber sido el Subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrá viudas ni herederos. No habrá funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo". Ya solo quedan letras de las hazañas y los sinsabores de una figura para la historia, con las incongruencias y las contradicciones de alguien que defiende una utopía en un mundo domesticado por el ultracapitalismo más feroz. Desde hace varios años no necesita esconderse en la selva. Según la BBC, el Consejo de la Judicatura Federal (el órgano que regula a los jueces mexicanos) informó hace un año que el subcomandante insurgente Marcos ya no era un prófugo de la justicia. La causa se fundamentaba en que ya prescribieron los delitos por los que fue acusado en 1995: sedición, motín, terrorismo, conspiración, uso de armas exclusivas de las fuerzas armadas y provocación de un ilícito. Es decir, transcurrió el tiempo en que legalmente se le podía imputar por estas acusaciones. Esto significa también que desde ahora ninguna autoridad tiene orden de aprehender a Marcos, portavoz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Marcos ya no existe. El 26 de mayo de 2014, el personaje anunció la desaparición de su figura, que se transformó en el subcomandante insurgente Galeano. Un trabajo de investigación de BBC Mundo explicó que, en términos reales, la orden de captura contra el subcomandante nunca fue aplicada, ni siquiera cuando en 2001 recorrió la mitad del país en una caravana. Para el diario argentino Clarín, "el hombre que fascinaba a intelectuales y a la clase media ilustrada y que enamoraba a las mujeres se volvió también producto de consumo para jóvenes izquierdistas, que se paseaban con su imagen estampada en camisetas por Europa como si fuera el nuevo Ernesto Che Guevara". Ahora, pasa sus días escribiendo y raramente es visto en público. Queda su redención, su pregunta lanzada a aquellos que querían acabar con el motivo de su aventura revolucionaria: "¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre?". Con sus luces y sombras, con sus seguidores y detractores, Marcos es historia en uno de los países más desiguales y violentos del mundo.

@LuisfeblesC