Hasta ahora, los pacientes que acudían a urgencias con un cuadro clínico de náuseas, vómitos y dolor abdominal, y siendo consumidores crónicos de cannabis, no tenían ningún tipo de solución a su problema. Sin embargo, gracias a una investigación donde participan investigadores del Hospital Universitario de Canarias (HUC), este síndrome podría empezar a tener un tratamiento eficaz.

La patología, denominada síndrome de hiperémesis por cannabis, se considera incoercible -es decir, no se puede reprimir- porque no responde a los antieméticos, medicamentos utilizados para este tipo de dolencia. De hecho, el único tratamiento hasta ahora era o dejar de consumir marihuana o ducharse de forma repetida con agua muy caliente. No obstante, los síntomas se sufrían hasta que se eliminase del cuerpo de forma natural, y podían reaparecer con nuevos consumos.

Fue uno de los problemas de los que se percató el Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), que recibe cada año unos 30 casos al año de hiperémesis por cannabis. Por esta razón, ante la falta de alternativas terapéuticas y tras la experiencia previa en hospitales norteamericanos, valoraron el uso de capsaicina para el alivio de los vómitos.

La capsaicina es un compuesto químico derivado de la pimienta mejicana, utilizada fundamentalmente para el dolor de tipo reumático, que tiene el mismo efecto en este síndrome que las duchas calientes. Es ese calor, específicamente, el que actúa sobre los receptores medulares y del hipotálamo, consiguiendo que el paciente inhiba el reflejo del vómito. Este trabajo, precisamente, ha hecho que el grupo de investigación haya obtenido el premio a la mejor comunicación sobre investigación en toxicología clínica durante las XXI Jornadas Nacionales de Toxicología Clínica, celebradas los pasados días 26 y 27 de octubre y organizadas por la Fundación Española de Toxicología Clínica (FETOC). Ya el grupo de investigación trabaja en realizar un ensayo clínico, con un volumen amplio de pacientes y hospitales de toda España.

Guillermo Burillo, médico y coordinador del Servicio de Urgencias del HUC, afirmó que "hay más casos de este síndrome de los que se piensa". De hecho, se considera una enfermedad infradiagnosticada, pues se describió por primera vez en 2004 -siendo totalmente desconocida hasta entonces- y aún se confunde a menudo con otras patologías. Parte de esta situación, según Burillo, deriva de la creencia popular de que "el consumo de cannabis puede ayudar a evitar los vómitos de la quimioterapia o que aumenta el apetito", dos situaciones diametralmente opuestas al cuadro clínico que se presenta en estos pacientes.

Unas personas que suelen caracterizarse por ser consumidores regulares y de larga duración de esta sustancia, que han pasado entre 10 y 20 años haciéndolo en grandes cantidades, de "al menos ocho porros al día", y que, además, empezaron muy pronto a hacerlo, sobre los 16 años, según confirmó Burillo.

"La gente suele asociar el consumo de cannabis con una droga blanda que no hace daño, nada más lejos de la realidad, y este síndrome es un ejemplo de ello", remarcó el médico, aunque esta es uno de las consecuencias más "suaves" del consumo de esta sustancia, al estar comprobado que puede llegar a generar problemas psiquiátricos graves e ictus, entre otras enfermedades.

Semillas de marihuana cada vez más potentes

"El cannabis es cada vez más potente" y con ello sus efectos perjudiciales sobre la salud, incidió Guillermo Burillo, médico y coordinador del Servicio de Urgencias del HUC. Una realidad que se confirma con los datos proporcionados anualmente por el Centro Europeo de Drogas y Adicciones (EMCDDA, por sus siglas en inglés), que informa de que la potencia de las semillas han pasado de ser de aproximadamente el 5-10% en los años 2000 a aumentar hasta un porcentaje mayor del 25%. Esto influye en la persona que lo consume regularmente y, especialmente, aumenta las probabilidades de padecer alguna de las consecuencias derivadas del mismo, como los problemas psiquiátricos.