Lo que ellos denominaron cocina, para otros es la carpintería en la que se fabrican las historias con las que Juan José Millás, Cecilia Domínguez y Alexis Ravelo intentan llamar la atención de los lectores. Los tres confesaron que en los hogares en los que se criaron no había un excedente de libros; tampoco conocieron la existencia de los clubes de lecturas cuyos socios se citaron ayer en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife. El valenciano Millás no tuvo reparos en admitir que en "mi época en lugar de leer novelas nos instruíamos en el marxismo con reuniones clandestinas que celebrábamos en un parque o en la casa de un amigo". El novelista grancanario Ravelo, por su parte, se atrevió a revelar que sus padres se conocieron gracias al intercambio de libros en el que solían participar habitualmente su padre y su abuelo. La orotavense Domínguez, por último, contó a los asistentes que "la tradición oral fue determinante para que me pusiera a escribir. Eso, y la fantasía para alterar los finales de cuentos como el de Caperucita Roja... Mi capacidad para inventar me llevó a entregarle una pistola a esa niña para que le pegara un tiro al lobo en la escena final en la que este anuncia sus malas intenciones", descubrió.

A Carlos Alonso, que seguía las explicaciones de los escritores en primera fila, le cambió la cara en varias oportunidades para celebrar con una sonrisa las explicaciones que estos le dieron al periodista Eduardo García Rojas, conductor del I Encuentro de Clubes de Lectura de Tenerife.

Los tres agradecieron la fidelidad de los lectores para difundir uno de esos libros que caen en la red de un club de lectores. "Cuando ocurre te aseguras que la historia que has escrito tendrá cierto recorrido", consensuaron tras analizar la primera cuestión que planteó García Rojas: el rol que juegan esos clubes de lectura a la hora de impulsar una novela o poemario.

La crítica fue otro de los apartados que se abordó en una cita que llegó envuelta en unas generosas dosis de buen humor y una sutil ironía. Sobre todo, cuando la voz de Millás lograba hipnotizar a los asistentes con unas vivencias que construyeron unas escenografías cómicas. "Por vanidad a nadie le gusta que critiquen su trabajo, pero sí echo en falta una crítica literaria", expuso la Premio Canarias de Literatura 2015. Juan José, que en un momento dado se inventó la identidad de un hermano gemelo llamado José Juan, fijó su posicionamiento en la supremacía de "la reflexión por encima de una crítica buena o mala".

Ravelo se apoyó en un ejemplo muy gráfico para explicar qué es lo que sucede antes, durante y después de dar forma a una novela. "cuando escribo el lector no tiene rostro, es como tirar al mar una botella con un mensaje... Son este tipo de encuentros los que me permiten poner cara a la gente que ha decidido leer una de mis historias". Millás, ganador del Premio Planeta 2007 por el contenido de las páginas de El Mundo, describió a los lectores cómo el descubrimiento de un enciclopedia, mejor dicho, el contenido de una Espasa con un montón volúmenes cambió su vida. "La literatura sirve para explicar el mundo, es un acto de rebelión en la sociedad actual y, además, es una garantía para ser mucho más sabio cuando la lectura es buena". En ese punto coincidió con Ravelo, para el que solo hay dos maneras de entender la creación literaria: "Hay libros que ya te dan las respuestas, que yo los denomino catecismos, y otros que en los que se plantean preguntas... A mí me gusta escribir a la contra", manifestó segundos antes de que una señora le pidiera que aclarara en qué consiste ese método. "Prefiero contar las cosas que me duelen, las que me agradan las disfruto", sintetizó.

Sobre los atascos que suelen aparecen en medio de un proceso creativo, Domínguez recomendó "no alejarse demasiado de un bolígrafo y una libreta porque nunca se sabe cuándo vendrá a visitarte la inspiración. A veces ocurre mientras duermes". Esas lagunas que afectan a los escritores las suele solventar Millás en sus paseos. Si no las anoto el riesgo de que se vayan para siempre es alto. Sueño con escribir la opinión perfecta y, sinceramente, creo que alguna vez lo conseguí, pero lo que pensé en ese instante no lo apunté y esa perfección no llegó... La clave para resolver un atasco creativo está en lo que ya escribiste: no avances sin arreglarlo", aconsejó en una respuesta en la que estableció un juego de palabras entre un chiste y un cuento bajo la sólida influencia de Freud. "Exagerar algo que está en el ambiente es una buena solución", añadió antes de que el encuentro diera un giro que entregó el testigo a una audiencia que disfrutó con esta lección de metaliteratura. Y es que Domínguez, Ravelo y Millás no pusieron límites a la hora de mostrar sus costuras literarias.

Cecilia

Domínguez

Filóloga y Escritora

Juan José

Millás

Periodista y Escritor

Alexis

Ravelo

Escritor