Ana Belén es una de las 6 millones de personas que padecen diabetes en España. A ella se la diagnosticaron cuando apenas tenía nueve años, desde entonces reconoce que en las últimas décadas ha habido muchos avances pero incide en que no se da a esta patología "el valor social que realmente tiene".

Cuenta que lleva más de 30 años con la enfermedad -ahora tiene 42 años- y que su diabetes es tipo 1, la que se produce con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes, y representa el 13 % de los casos en España.

No es la más mediática, y de hecho, Ana Belén afirma que la tipo 1 es muchas veces "la olvidada" frente a la de tipo 2, que padecen más de cinco millones de personas en el país y que se puede prevenir en hasta un 70 % de los casos con cambios en el estilo de vida: una dieta saludable y ejercicio físico.

Cuando el cuerpo no produce insulina se trata de la tipo 1 y quienes la padecen deben inyectársela para poder vivir. Mientras que los casos en los que el cuerpo sí que produce esta sustancia, pero no en cantidades suficientes o no la puede aprovechar de forma adecuada, son los denominados tipo 2.

En el Día Mundial de la Diabetes, que este año se centra principalmente en las mujeres, ya que, entre otras cosas incumplen más la medicación, Ana Belén afirma que "la mujer tiende a cuidar a quien tiene alrededor y a veces no se cuida ella".

La mujer, que es profesora de Primaria en un colegio público de la localidad madrileña de Leganés, recuerda cuando le dijeron que tenía la enfermedad, en 1985. "Es difícil aceptarlo con la mentalidad de un niño y es que los niños son los grandes olvidados de la diabetes".

"Tenemos una población de niños que siempre digo que lo primero que reciben aparte del besos de su padre y su madre es un pinchazo de insulina y eso es muy difícil de aceptar cuando eres pequeño", abunda la mujer.

Luego, añade, va pasando el tiempo y "ves que tu vida es exactamente igual o muy parecida a la del resto pero que requiere formación y educación".

Destaca la "gran evolución" que han tenido las insulinas en las últimas décadas: antes no eran tan puras como ahora incluso eran de origen porcino. Además también ha avanzado la técnica para suministrarla.

Hace años, los diabéticos como Ana Belén tenían que pincharse ahora ella, por ejemplo, tiene un difusor continuo de insulina, que dosifica esta sustancia en función de cómo se programe.

Asimismo, ha evolucionado la técnica a la hora de medir la glucemia y ahora se pueden encontrar sensores de monitorización continua, que "facilitan mucho el día a día". El problema, afirma la mujer, es que no están financiados por la sanidad pública en algunas comunidades autónomas, como el caso de la suya, la de Madrid, y ella se lo costea pagando más de cien euros al mes.

"El pero es que estamos en un momento de grandes avances tecnológicos pero tristemente no están al alcance de todas las personas con diabetes", subraya.

Ana Belén asegura que nunca ha dejado de hacer ninguna actividad por tener diabetes, aunque sí es una patología que requiere planificación: "Una parte de mi vida es igual a la de las personas sin diabetes, me levanto, me voy a trabajar, el estrés del tráfico, sales y tienes ocio aunque no te puedes olvidar de que es una enfermedad crónica".

Por ser diabético, recuerda, no te puedes presentar a ciertas oposiciones y tienes la obligación de renovarte el carné de conducir cada cinco años y no cada diez. "Es muy injusto", apunta.

Para dar a la enfermedad la importancia que tiene propone "a quien corresponda" más campañas de sensibilización y tratamientos individualizados adecuados. "Tenemos que pensar en personas, no en presupuestos", remarca.