El destituido vicepresidente de Zimbabue Emmerson Mnangagwa, aseguró hoy que no regresará a su país hasta que no esté garantizada su "seguridad personal" e instó al presidente del país, Robert Mugabe, a dimitir si no quiere sufrir una "humillación", informó hoy el portal News Day.

"Le dije al presidente que no regresaría a casa hasta que esté satisfecho sobre mi seguridad personal, debido a la manera y el tratamiento recibido tras ser destituido", indicó Mnangagwa en un comunicado de prensa en el que no aclara su paradero.

"Dados los eventos que siguieron a mi destitución el lunes 6 de noviembre", prosiguió, "los efectivos de seguridad asignados a mí en mi residencia fueron inmediatamente retirados", lo que es "contrario" al protocolo.

El antiguo "número dos" del Gobierno confirmó que está en contacto con Mugabe para avanzar en una resolución de la crisis, en su primera comunicación desde que los militares tomaran el control del país la semana pasada.

Sin embargo, aseguró que no se trata de un problema entre él y Mugabe sino entre el presidente y su pueblo, que ha "hablado claramente" contra él, según Mnangagwa.

Para el exvicepresidente, Mugabe tiene dos opciones: "cooperar" y garantizar así su "legado" o enfrentarse a la gente y arriesgarse a sufrir una "humillación".

Mnangagwa es el principal candidato a sustituir a Mugabe en la presidencia del país y nuevo candidato oficialista para las elecciones presidenciales de 2018 tras ser nombrado líder del partido gobernante en sustitución del todavía jefe de Estado, de 93 años.

Por último, respaldó la iniciativa de su partido, la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), de impulsar una moción de censura contra Mugabe a partir de hoy en el Parlamento.

En una breve comparecencia de prensa anoche, el jefe de las Fuerzas Armadas, Constantine Chiwenga, aseguró que ambos ya han mantenido contactos y que Mugabe ha trazado una "hoja de ruta y una solución definitiva para el país" tras su discurso televisado de anoche, en el que, al contrario de lo que se esperaba, no dimitió.

Los militares tomaron el control del país la semana pasada y desde entonces mantienen a Mugabe, en el poder desde 1980, y su familia bajo arresto domiciliario.

Precisamente la destitución de Mnangagwa -un incondicional del partido y veterano de guerra a quien se había opuesto la esposa de Mugabe, Grace, con la vista puesta en la vicepresidencia- se considera el detonante de la crisis que atraviesa el país.

Solo una semana después de su salida del Gobierno, los altos mandos de las Fuerzas Armadas anunciaron que tomarían "medidas correctivas" si continuaban las "purgas" en el partido.

Al día siguiente, los tanques marchaban en dirección a Harare y se hacían con el control de esta nación de África meridional, además de poner bajo arresto domiciliario a Mugabe y su familia.

Mientras, el exvicepresidente se había exiliado tras asegurar que había recibido amenazas de muerte, pero, en su única comunicación conocida hasta ahora, advirtió: "Pronto controlaremos los resortes del poder en nuestro bello partido y país".