La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT) acogió el pasado miércoles la conferencia que bajo el título "Cine fantástico y de terror de la Universal" pronunció Luis Romero Siliuto.

El conferenciante proyectó, a grandes rasgos, una "imagen" del género en aquellos estudios durante el periodo que abarca desde 1925 a 1935, realizando un recorrido por la nómina de directores, actores, maquilladores, guionistas o músicos que dieron vida a una época de cine fantástico y de terror con una serie de títulos que están inscritos como auténticos clásicos en la historia.

El hundimiento de la Bolsa en octubre de 1929, la gran depresión y el crack financiero "influyeron en la psicología del espectador" y la Universal comenzó a "crear monstruos", un elemento "innovador" que ayudaba a la evasión del público, señaló Romero.

EEUU acogía por entonces a inmigrantes de todo el mundo, también alemanes, ente ellos personalidades, técnicos y diseñadores imbuidos por el "expresionismo alemán", con ideas innovadoras y que huían del yugo del régimen nazi, explicó el conferenciante.

Pero lo cierto es que en el nuevo país también se encontraron con las limitaciones que imponían "la censura y el código ético" que esgrimían los ultraconservadores.

Por entonces, Carl Laemmle (padre e hijo) habían logrado fijar "un producto que los identificaba y un público fiel".

Destacan tres directores: Tod Browning, James Whale y Robert Florey.

Al primero se debe un "Drácula" (1931), con estereotipo anglosajón, que supone una lectura "de la represión sexual en la época victoriana", señaló Luis Romero.

James Whale fue el responsable de dirigir "Frankestein" (1931), de factura expresionista en el uso de las sombras, como también "El caserón de las sombras" (1932); "El hombre invisible" (1933) y "La novia de Frankestein" (1935), mientras Robert Florey se encargó de la dirección de la cinta "El doble asesinato de la calle Morgue". Otro de los hitos, en pleno auge de la egiptología, fue "La momia" (1932), de Karl Freund y con Boris Karloff como protagonista; "Satanás" (1934), de Edgar G. Ulmer; "El cuervo" (1935) , de Lew Landers. o "El lobo humano" (1935), de Stuart Walker.