Dicen que la cuerda se rompe siempre por el lado más débil y que, en el mundo del fútbol, esa parte no es otra que el entrenador. Pero una mirada a la trayectoria del Tenerife en estas 17 jornadas invita a plantearse la responsabilidad de los jugadores en esta irregular marcha. Si se pudieran contabilizar fríamente los errores con valor gol, se podría afirmar que el conjunto insular ha regalado hasta 13 puntos a sus rivales.

Basta un relato de los mismos para entender la gravedad de la situación. En la jornada 3, después de dos victorias, la visita a Valladolid se salda con derrota. El gol de Ibán Salvador que abre el camino del triunfo a los pucelanos es un error de Luis Pérez, al que gana la espalda el rival. Siete días más tarde, Aitor Sanz no sujeta a Adrián Ramos y acaba introduciendo el balón en su portería. El Tenerife se sobrepone, remonta... y concede el empate al Granada en el tiempo de prolongación en un autogol de Jorge.

Después de varias semanas sin sobresaltos, la visita a Oviedo empieza a torcerse cuando Iñaki pierde la espalda ante Saúl Berjón y Dani Hernández tarda demasiado en reaccionar al mal control del atacante: 1-0. Al menos ese día se pudo recuperar un punto tras el gol de Juan Villar. En la siguiente visita, los insulares realizan probablemente su peor puesta en escena del curso. Fue en Lorca, donde regalan dos goles. El primero, en un autogol de Bryan Acosta en su intento por recuperar terreno con Appeh, que le había ganado la posición. El segundo, al medir mal un envío largo Lucas Aveldaño.

No fue mucho mejor el rendimiento tinerfeño en la visita a la Ciudad Deportiva del Sevilla, donde acaba recibiendo el empate en un fallo en cadena. Iñaki es superado con facilidad en la banda y Jorge no cierra el paso a Pozo en su camino hacia el remate.

El central tinerfeño volvería a ser protagonista en El Alcoraz, donde tuvo la desgracia de resbalarse en la acción previa al dos a cero y fue sorprendido por Melero en el córner que desembocó en el tres a cero. El siguiente partido le tocó a su compañero en el centro de la zaga. Carlos Ruiz dio un mal pase en la salida que acabó en las botas de Chori Domínguez. Así llegó el 0-1. El Tenerife empató, pero a los dos minutos encajó el 1-2 después de una rápida acción de contragolpe rayista en la que Iñaki rompe el fuera de juego al quedarse rezagado en la salida.

El encuentro del pasado domingo no fue una excepción en esta cadena de errores. Dani Hernández despejó mal una falta lanzada por Alcaraz y puso en bandeja el 1-0 al italiano Motta. Con el equipo volcado, Carlos Ruiz quiso cortar un contragolpe y su intervención acabó convirtiéndose en el origen del 2-0. Todo un rosario de fallos que también ayudan a explicar la situación clasificatoria de un Tenerife en el que falla algo más que su entrenador.