El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, pidió hoy un año más para acabar con el problema del narcotráfico, cuando su campaña contra las drogas lleva más de 7.000 muertos desde su inicio, según algunas estimaciones.

"En lo que concierne a las drogas, espero acabar con el problema, tal vez; solo dadme otro año", expresó el mandatario en un discurso televisado con motivo de la ceremonia de juramento de cargos públicos en Manila.

El jefe de Estado reiteró, en defensa de su polémica campaña, que su cargo le obliga a "proteger al pueblo filipino y garantizar la seguridad de la República de Filipinas".

"No me importa la historia de los asesinatos extrajudiciales. Ocurrirán o no ocurrirán. No me importa", dijo Duterte, en relación a las muertes de sospechosos a manos de policías o particulares bajo el paraguas de la campaña antidroga que denuncian las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Duterte, que llegó al poder el 30 de junio de 2016, prometió durante la campaña electoral acabar con el crimen y las drogas en un plazo de entre tres y seis meses.

Luego prorrogó el plazo hasta el final de su único mandato de seis años, al admitir que había subestimado el volumen de la criminalidad en este país de 100 millones de habitantes.

Más de 3.900 supuestos toxicómanos y traficantes han muerto en operaciones policiales en los últimos 17 meses, aunque el número total de muertes se estima superior a 7.000 al sumarse las atribuidas a particulares y patrullas vecinales.

El martes, el mandatario ordenó a la Policía Nacional que volviese a participar en la campaña, tras casi dos meses apartada por varios escándalos de corrupción.

El regreso de la Policía a la campaña, que en las últimas semanas ha dependido de la agencia antidroga (PDEA), podría implicar la reanudación de las redadas con muertos, ya que los agentes tienen orden de disparar a matar si el sospechoso opone resistencia.