Minucioso, original y un pleno dominio de la difícil técnica de la acuarela son algunas de las cualidades que definen la pintura con letras mayúsculas que practica el artista sevillano por accidente Cristóbal Garrido Leal (1962), "Toba", quien presenta su última colección de acuarelas y dos dibujos a lápiz en la sala de exposiciones del Círculo de Amistad XII de Enero de Santa Cruz, hasta el 12 de diciembre.

La muestra, integrada por medio centenar de obras, de diversos formato de pequeñas dimensiones la mayoría, algunos panorámicos, refleja el buen hacer de este creador, licenciado en Bellas Artes, que practica una aguada cuya temática se sale de lo tradicional. Es evidente que sus ojos se fijan en los elementos más prosaicos que pueblan su entorno y que inmortaliza con realismo en el papel, con detalle y minuciosidad.

Este acuarelista, que heredó de su padre esta afición y el virtuosismo que entró en su cuerpo desde la niñez, da a conocer una variada selección de singulares bodegones que convierte en personajes centrales de sus propuestas, frutas, como limones y mandarinas solitarios a medio pelar, manzanas y calabazas, además de plantas que inquietan su sensibilidad de artista.

También inmortaliza en su obra una vajilla recién fregada, junto a un bote de Fairy y la palangana donde la ha lavado, o varias tazas metálicas blancas con pequeños toques de oxidación y cucharas, tenedores y cuchillos en su interior, lecheras de aluminio, jarras, vasos de cristal con botellas de vino en segundo plano, ropa colgada en una terraza, un par de botas usadas, una docena de viejos colchones apilados junto a la basura, un primer plano de un grifo con una manguera enchufada o una sandía abierta. Todos estos objetos recurrentes son los protagonistas de su colección.

También ha incluido media docena de marinas, dos de ellas barcos que se reflejan en el agua y varias escenas de la orilla de la playa, con rocas, en las que rompen las olas.

Además de ser un excelente dibujante, "Toba" posee un exquisito gusto por convertir en bello lo que a simple vista no lo parece.

Este pintor de estudio, que practica un estilo muy figurativo, aunque en algunas piezas sigue su camino hacia un hiperrealismo, estudia mucho la luz a la hora de realizar una obra. "Busco la luz en la sombra, como creo que decía Da Vinci. Lo más complicado para mi en la acuarela son los temas a elegir, el enfoque que le voy doy sin caer en lo tradicional. Me gusta innovar, romper moldes, intentar no limitarme, quitar etiquetas y hacer desde lo más vanguardista a lo más clásico, pero tiene que ser atemporal".

Este miembro de la Agrupación de Acuarelistas Canarios y de la Agrupación Española de Acuarelistas, que también ha realizado trabajos como ilustrador de libros, revistas, discos y carteles, reconoce que siente una especial atracción por los objetos que reflejan el paso del tiempo.

"Además de las transparencias, me gustan mucho las superficies metálicas y las que están oxidadas, candados, grifos... También me seduce la ropa tendida, telas, sábanas, los tejados de la ciudad, las plantas, el cuerpo humano, el cristal (vasos, botellas). Paisaje hago muy poco, aunque me gustan las marinas y los barcos que se reflejan en el agua, me fascina el movimiento del mar. También he hecho algún retrato por encargo. Lo más difícil es la mirada, captar la psicología del personaje. En general lo que más me atrae, sobre todo, es reflejar el paso del tiempo a través de la vida de los objetos".

La paleta de colores de este pintor, que utiliza fondos planos en sus bodegones, está presidida por el azul cian, "porque da muchas opciones a la gama de grises, el sepia, el carmín, en general los colores terrosos".