Cinco mujeres han sido liberadas tras la desarticulación de una organización dedicada a la explotación sexual de mujeres nigerianas y la detención de siete personas, entre ellas la máxima responsable de la organización, una mujer de nacionalidad nigeriana, que se encargaba de trasladar a las víctimas por diferentes provincias para obtener el máximo "beneficio" de ellas.

Según ha informado la Policía en un comunicado, en esta operación se ha liberado a un total de 5 víctimas: dos en Arrecife (Las Palmas); una en Barcelona; una en Valencia y otra en Vitoria (Álava). Dos detenciones se han producido en Arrecife (Las Palmas); tres en Madrid y dos Vitoria (Álava).

Asimismo, se han ejecutado cinco registros en domicilios entre los que se intervinieron cerca de 2.000 euros, así como diferente documentación relacionada con la actividad investigada y efectos del juramento del vudú.

La red contaba con una fuerte infraestructura partiendo desde Nigeria hasta España, pasando previamente por Turquía, Grecia y Francia. Las víctimas eran captadas en Nigeria, donde tras ser sometidas a rituales de vudú eran llevadas a Europa donde debían ejercer la prostitución para saldar sus deudas.

AMENAZAS, PALIZAS Y COACCIONES

Las investigaciones comenzaron en 2015, cuando los agentes detectaron la existencia de una organización criminal de origen nigeriano, asentada en Arrecife (Las Palmas) y con ámbito de actuación en distintos puntos del territorio nacional, que obligaba a sus víctimas a ejercer la prostitución bajo un clima de amenazas, palizas y coacciones.

Las mujeres eran captadas en Nigeria y la organización se encargaba de su traslado a través de diferentes rutas por el continente africano hasta Europa, facilitándoles en el origen la documentación necesaria y aleccionándolas sobre cómo debían actuar en los puestos fronterizos para no ser detectadas en los controles policiales.

Una vez en España, las víctimas eran trasladas a diferentes ciudades del territorio nacional como Madrid, Vitoria o Barcelona para obligarlas a ejercer la prostitución tanto callejera como en clubs, bajo el estricto control de los miembros de la red.

Las víctimas eran sometidas a rituales de vudú para fortalecer, mediante el miedo, su lealtad hacia los explotadores. A través de dichos rituales, las víctimas se comprometían a no denunciar a sus explotadores, a no escaparse y a entregar todo el dinero que obtuvieran a los miembros de la organización. Para realizar los rituales las extraían sangre, las cortaban trozos de uñas de manos y pies, pelo de la cabeza, vello púbico y de las axilas, llegando incluso a obligarlas a comer un corazón de gallina crudo.

DEUDA DE 55.000 EUROS

Y contraían una deuda que rondaba los 55.000 euros a la que había que sumar los gastos de manutención, residencia e incluso pagar billetes de transporte de sus explotadores.

Una vez que llegaban a su destino se les retiraba la documentación y se les obligaba a ejercer la prostitución siendo frecuentes las palizas a las que su explotadora las sometía si no ganaba lo suficiente o desobedecían sus órdenes. Únicamente podían abandonar el domicilio para ejercer la prostitución en la calle desde las 20:00 hasta las 05:00 horas del día siguiente, siendo vigiladas continuamente por los miembros de la organización que informaban de todo lo acontecido a la cabecilla.

Esta operación se enmarca dentro del Plan de la Policía Nacional contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, puesto en marcha en 2013, y que dio lugar a la creación de la Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos, adscrita a la Comisaría General de Extranjería y Fronteras de la Policía Nacional.