El fabulista francés Jean de La Fontaine decía que el "estómago hambriento no tiene oídos", una aseveración que con tan pocas palabras puede resumir casi a la perfección la falta de solidaridad con el prójimo cuando tenemos la panza contenta. Sin embargo, cuando se unen la nobleza y el espíritu solidario con la gastronomía más altruista, el resultado de la fórmula puede ser una conjetura maravillosa. Así nace una iniciativa que parte, a priori, de dos polos totalmente opuestos: un sacerdote y un chef de prestigio. Uno, el padre Ángel de Mensajeros de la Paz, aquel que decidió predicar el verdadero amor al género humano, independientemente de los equivocados dictámenes de las jerarquías eclesiásticas; y el otro, Martín Berasategui, un mago de los fogones que cuenta con nada más y nada menos que ocho Estrellas Michelin. El primero, el que convirtió la parroquia de San Antón en "la casa de todos", incluido los pobres, pese a las reticencias de las que se no se quitan el guante para saludar a los menesterosos. El segundo, un virtuoso técnico que gracias a su increíble aptitud para anudar ingredientes inverosímiles y engendrar platos maravillosos llenos de equilibrio ha hecho de la cocina su razón de ser. De lo bueno, siempre sale lo mejor y, por esta razón, este miércoles, han presentado el tercer Menú Solidario, que se ofrecerá en la Cena de Nochebuena Mensajeros de La Paz a doscientas personas sin recursos, con la colaboración del Grupo Tello Alimentación. Berasategui acuñó un nuevo término que explica por sí solo la altura de su cocina y su condición humana, demostrando que los cocineros estrella también deben contribuir en el avance social: "Me encanta ser transportista de felicidad"; tan simple y tan fabulosa. El Menú Solidario de la Cena de Nochebuena elaborado por Berasategui consta de una sopa de bocata de jamón como primer plato, un jarrete de cerdo asado con puré de patatas especial de segundo, y de postre, un tiramisú Astigarraga. Gracias a esta iniciativa, los menús se repartirán a más de doscientas personas sin recursos la noche del 24 de diciembre en diferentes comedores sociales de Canarias, Madrid y Castilla-La Mancha, con el objetivo de que los que más lo necesitan puedan disfrutar de una cena especial por Navidad. Al acto acudirán un total de doscientas personas sin recursos, algunos de los cuales repiten, pero como manifiesta el padre Ángel, "aún queda mucho por hacer, y lo importante es ver la botella medio llena". El problema de la pobreza, la exclusión y los golpes de los informes Foessa no se arreglan con este tipo de gestos, pero sí es cierto que también merecen su dosis de dignidad y de justicia. Son los verdaderos transportistas de la felicidad.