De todas las fascinantes ideas que se le han ocurrido a nuestros próceres sobre la reforma de las normas electorales en Canarias, sin duda la más sicalíptica es la que proponen Pedro Quevedo y su alegre tropa de Nueva Canarias: quince diputados más, siete para Tenerife, siete para Gran Canaria y uno para Fuerteventura. Nadie dice que esos quince diputados más suponen la friolera de -como mínimo- dos millones de euros extra que tendremos que pagar los ciudadanos de esta región a sus políticos.

Quizá a algunos eso les parezca lo de menos si con la propuesta se resolvieran los problemas que se denuncian en el funcionamiento de la representación. Pero es que no se resuelven en absoluto: Nueva Canarias dice que la clave de todo es ajustar la proporción entre el voto de las islas menores y las islas mayores, que hoy supone que un diputado por la isla de El Hierro pueda salir por 1.252 votos (eso es lo que le costó a Coalición Canaria cada uno de sus dos herreños diputados en las elecciones de 2015) y uno por la isla de Gran Canaria llegue a costar 24.305 votos (que es lo que le costó al mismo partido su único diputado en Gran Canaria). Con la propuesta de ampliar en siete el número de diputados en Tenerife y Gran Canaria que propone Nueva Canarias, el de El Hierro seguiría costando 1.200 votos y el de Gran Canaria supondría entre 17.000 y 20.000 votos.

Si Nueva Canarias propone aumentar los diputados en esas circunscripciones no es porque se produzca una mejora sustancial del viejo precepto de que cada voto debe tener el mismo valor, sino porque con esa distribución Nueva Canarias lograría un diputado más en Tenerife y hasta dos más en Gran Canaria. Y a nosotros nos costaría la broma dos milloncejos de nada.

¿Quiere Nueva Canarias una representación equilibrada? ¿Quiere que cada voto valga lo mismo? Pues que proponga el único modo que existe para que cada voto valga exactamente lo mismo, que es a circunscripción única regional. Ahí, el voto que se emite en Valverde tiene el mismo valor que el que se emite en Shamman. Eso sí es justo. Y si les parece que eso deja a las Islas sin su propia representación, que apoyen un sistema combinado. La mitad de los diputados se reparten por islas, y la otra mitad por una lista regional.

¿Y lo de Fuerteventura? Es verdad que Fuerteventura tiene un diputado menos que La Palma, pero más población. Pero también es verdad que La Palma tiene más votantes. Quizá lo razonable no sería darle un diputado más a Fuerteventura, sino quitárselo a La Palma, y dárselo a Tenerife, que tiene 50.000 votantes más que Gran Canaria. Y más madera, que es la guerra?

El problema de la reforma electoral es que nadie dice la verdad. Cada uno de los partidos plantea la reforma que cree que le beneficia, no la que beneficiaría a los ciudadanos, que sería establecer -sin modificar el número de diputados, que ya está bien en gastarse los cuartos en canonjías- un nuevo acuerdo entre el territorio -eso fue lo que se hizo en 1982, con el sistema de la triple paridad- y la ciudadanía. La mitad de los diputados por islas, y la otra mitad por el conjunto de Canarias en lista única. Ese sistema duraría otros 35 años, hasta que hagamos lo que resolvería el asunto para siempre: una circunscripción única, un hombre un voto, todos los votos el mismo valor. Ningún partido defiende eso. No les importa la justicia en la representación. Lo que quieren es sacar tajada y que se lo paguemos nosotros.