Ángeles cuenta que lavaba a mano la ropa de cuatro baterías militares, su hija Candelaria no se olvida de algunos madrugones en su infancia en los que iba cargando con mantas, Guadalupe recuerda que se desplazaba caminando desde Los Valles... Los Lavaderos del Tanque Grande -ubicados al comienzo del camino de Las Peras- dieron lugar en su día a mil historias y sacrificios, y aquellas vivencias resurgieron ayer en un acto organizado por la Asociación de Vecinos Casco Histórico y la Fundación Cicop. Un viaje al pasado a través del agua, las piedras de jabón, su característico olor, los cepillos... y, sobre todo, los recuerdos de siete mujeres.

Ángeles Reyes, Candelaria González, Nieves González, Guadalupe Siverio, María Isabel Rodríguez, Carmen Cruz y Darqui Pérez son esas protagonistas, todas ellas de la zona de El Bronco y Lomo Largo y que este sábado devolvieron por un día a la vida un espacio que data de finales del siglo XVIII. Hace unas décadas, apunta Ángeles, hasta allí acudía gente de La Esperanza, Pedro Álvarez, camino Tornero, Las Gavias... Eran otros tiempos, si bien el resultado, según sostienen varias de ellas, era mejor al actual, al de las lavadoras que vendrían más tarde y que terminaron conduciendo a que el lavado a mano quedase en el olvido.

"Había unas señoras muy mayores y nos enseñaban a restregar la ropa, y hacíamos lo que nos decían". Así aprendieron los trucos de una práctica que, aunque parezca que no, tiene su protocolo: golpes de la ropa contra la piedra, el torcido de las sábanas, los movimientos de las manos... Y entre una prenda y otra, conversaciones y cantos que también recordaron en la recreación, que tuvo como espectadores a los participantes en una ruta que partió desde la sede de la Fundación Cicop, en la Casa de los Capitanes, en el marco de una iniciativa del proyecto Sostumar, del programa europeo Interreg.