Huele a sopa en el "hall" del comedor social de La Noria. Pasan unos minutos de las 10:30 del 5 de enero, víspera de Reyes. María del Carmen Hernández, la hermana sirviente de la comunidad religiosa que gestiona este recurso, las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, confirma las sospechas: huele a sopa, y es de pollo.

Es parte del menú que las cuatro religiosas -además del personal que tienen contratado- y el ejército de voluntarios que les ayuda servirán hoy al centenar de personas sin recursos que, salvo domingos y festivos, se alimentan en este comedor social. El otro plato de este viernes, que cocina María Jiménez, tendrá un toque canario: conejo al salmorejo y papas arrugadas. De postre, fruta.

Con palabras medidas, la hermana María del Carmen Hernández, natural de La Orotava y que lleva seis años y medio al frente del centro de La Noria, va resumiendo cómo es el día a día en el trato con los más desfavorecidos. Llama la atención uno de los datos que aporta: uno de los beneficiarios lleva treinta años acudiendo cada día al recurso de La Noria. O sea, desde que se puso en marcha.

Mientras ella explica que cada día comen en La Noria cien personas con pocos recursos, en dos turnos de cincuenta, Carmen Pilar y Elba, dos de las voluntarias más veteranas siguen con su tarea: preparar las bolsas que se les van a entregar a los comensales.

¿La razón? Hoy es un día especial en este recurso social. Como el día de Reyes es festivo, los usuarios, muchos extranjeros, no podrán regresar hasta el lunes, por lo que tendrán que comer fuera de la que algunos consideran su casa dos días.

Esta vez, el avituallamiento que se llevarán es muy variado: pan de molde, un litro de leche, conservas de atún, medio roscón, fruta en almíbar y un surtido navideño. Todo está meticulosamente colocado. Igual que el servicio de las mesas que esperan el primer turno. Aunque falta aún casi una hora, por fuera del comedor ya merodean varios usuarios.

"La vida en la calle es dura, les exaspera mucho", comenta la hermana María del Carmen Hernández. Por eso intentan recalcarles que dejen sus problemas fuera del comedor. Casi siempre lo logran.

Además de la comida, el recurso social de La Noria ofrece la posibilidad de ducharse tres veces por semana con agua caliente, un servicio al que se han sumado muchas mujeres "de todas las edades". Hernández prefiere no ahondar en detalles.

Sí lo hace, en cambio, para agradecer el esfuerzo de los voluntarios (unos treinta en total), de los particulares que todo el año les donan alimentos, del Banco de Alimentos y del Mercadona de Ramón y Cajal.

El mismo agradecimiento que reciben del centenar de personas, "machacadas por la vida", que han encontrado en una esquina de La Noria a su otra familia.