El británico Richard Evans, catedrático de Historia de la Universidad de Cambridge, ha publicado un interesantísimo y voluminoso libro de más de mil páginas con el título "Europa 1815-1914: la lucha por el poder".

Al final de las guerras napoleónicas en 1815, Europa era un continente totalmente devastado. Un siglo más tarde, existía una nueva Europa que giraba alrededor de poderosos Estados, algunos de ellos de nueva creación.

El libro abarca un siglo completo de la historia europea. Un siglo en el que se expandió el sufragio universal y empezó a darse voto a la mujer; la población rural adquirió nuevos derechos tras la desaparición de la servidumbre; hubo un notable incremento en la alfabetización y un avance prodigioso en los transportes y las comunicaciones. Los ecos de la Revolución francesa de 1789 continuaron en el siglo XIX con las revoluciones de 1848 y 1870.

Evans comienza su libro con el inicio del Congreso de Viena en 1815, época en la que Austria era el país más poderoso del continente europeo, pero el balance de poderes erosionó su primacía por la unificación de Alemania. Además se produjeron importantes rebeliones en el Imperio Austro-Húngaro, en Europa Central. Grecia e Italia pasaron a convertirse en naciones unificadas. Polonia, que estaba dividida entre los tres grandes poderes (Austria, Prusia y Rusia), consiguió, por fin, la tan deseada independencia.

El historiador británico aborda con gran precisión todas las materias: desde la más fina política hasta temas sociales, pasando por la Revolución Industrial, el conocimiento de la naturaleza, la continuación del Grand Tour del siglo XVIII, o los intentos de conquista de otras regiones de otros continentes por los europeos.

Narra la guerra de Crimea de 1856, el intento de Rusia de alcanzar el mar Negro (hecho que ha vuelto a producirse hace solo un par de años, con la invasión de la ucraniana Sebastopol por las tropas de Putin; no cabe duda de que la historia se repite), para que su flota tuviera unos puertos durante los que refugiarse de las heladas aguas del norte. Guerra, que fue la que más bajas causó en el siglo XIX tras las numerosas batallas contra los ejércitos de Napoleón Bonaparte. Rusia y su intento de influir en los pueblos eslavos frente a la debilidad otomana de esa época, que encontró fuerte resistencia de Francia y de Gran Bretaña.

Los socialistas utópicos expresaron sus ideas a través de Saint-Simon y de Fourier, mientras que la ideología de los comunistas revolucionarios quedó claramente cohesionada por Marx; Bakunin, por otro lado, justificaba la revolución y el terrorismo de los anarquistas y nihilistas.

Los partidos liberales empezaron a reivindicar en sus banderas la ampliación del derecho de voto, de la libertad de prensa y del reconocimiento de los partidos políticos, así como de reformas de las Constituciones dictatoriales monárquicas existentes en Europa. Estas reformas fueron especialmente importantes en Gran Bretaña y en Francia, hasta que llegó al poder Luis Napoleón III.

Evans nos detalla asimismo la importancia de Bismark en Alemania y de Cavour en Italia, ya en las vísperas de la unificación, así como de Disraeli en Gran Bretaña y del mencionado Napoleón III en Francia.

En palabras del historiador británico, "la preservación del orden y la estabilidad incrementaron el poder represor en muchos casos". El auge de los nacionalismos hizo también surgir el colonialismo en los imperios.

Por otro lado, la guerra franco-prusiana de 1870 desveló la superioridad del ejército de este último país. El rey de Prusia Guillermo I y su primer ministro, Bismark, aprovecharon la guerra para unificar Alemania.

Pero, asimismo, el siglo XIX supuso una revolución tecnológica. Todos los países europeos desarrollaron ampliamente el tren como nuevo medio de transporte. Las industrias químicas y farmacéuticas tuvieron un auténtico "boom" en toda Europa. Las ciudades empezaron a tener agua higiénica, así como a desarrollar servicios públicos de salud. Las clases medias aumentaron considerablemente en el continente europeo.

Evans es un historiador de una talla intelectual impresionante. Nos explica circunstancias históricas específicas y detalles no sólo de la política, sino de la vida común. "A finales del siglo XIX los jardines se crearon con lechos de flores silvestres y las ingeniosas alternancias de texturas y colores. La idea consistía en que el jardín tuviera un aspecto natural, incluso descuidado, siguiendo los preceptos del padre del jardín silvestre, el irlandés William Robinson, y crear una visión superior, más densa, más colorista y más natural de la propia naturaleza".

Y, finalmente, en Sarajevo, con el asesinato de Francisco Fernando, el heredero del Imperio Austro-Húngaro, se inicia desgraciadamente la Primera Guerra Mundial.

*Presidente de TuSantaCruz