Por lo que parece avanzamos hacia un acuerdo para la reforma del sistema electoral canario. Un acuerdo basado, por supuesto, en la creación de "más casta" y más pasta. Por si fueran pocos sesenta diputados, sesenta sueldos, sesenta dietas y sesenta todo, la partitocracia canaria quiere aumentar el número de escaños en diez más, hasta los setenta.

Los partidos están decididos a romper el sistema de la "triple paridad" que se estableció como elemento fundacional de la autonomía de Canarias. Quieren darse más diputados en las islas mayores para cosechar mejores resultados en las grandes aglomeraciones urbanas. Oye, pues muy bien. Pero eso no lo van a hacer trasvasando el número de diputados de unas islas a otras o disminuyendo el número de parlamentarios, sino creando diez nuevos puestos de trabajo para diez nuevos coleguitas. O sea, unos ochocientos mil euros más al año de gastos, entre pitos de nóminas y flautas dulces de dietas. Una fruslería. Total, es dinero de la gente.

El sistema electoral canario no es distinto del español. Los votos que "cuesta" un diputado o un senador son siempre distintos de un lugar a otro. En algunos lugares cuestan más y en otros cuestan mucho menos. Y tampoco es diferente al de otras comunidades autónomas. Es verdad que aquí se da un hecho singular, en el caso de islas como El Hierro o La Gomera, cuya escasa población produce que el número de votos para tener un diputado sea muy bajo. Pero ¿es lo único singular que hay en Canarias? Pues no.

Canarias es la única Comunidad Autónoma de España que tiene dos cocapitales. O lo que es lo mismo, una capitalidad compartida entre dos sedes de un Gobierno que va alternando cada cuatro años de un sitio a otro, como el circo. ¿Van a tocar los reformadores esa extraordinaria anomalía? Ni de coña.

Y no sólo eso. Canarias decidió repartir las sedes de las consejerías del Gobierno entre las dos capitales. ¿Y por qué no una en cada una de las siete islas? ¿Porque sería muy caro el transporte de un lugar a otro? ¿Y no es también caro repartirlas en dos islas? Si lo más barato y racional es colocar toda la estructura del Gobierno en un solo lugar, ¿propondrán los reformadores canarios colocar a todo el Gobierno en una isla? Claro que no. Porque aquí las reformas no se hacen para ahorrar dinero, sino por los intereses electorales de los partidos políticos.

Canarias se construyó sobre la argamasa de la desconfianza y Tenerife y Gran Canaria se repartieron las sedes de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Eso que hoy llaman "reforma electoral" no es más que el interés de los grandes partidos por asegurarse más escaños, pero no toca nada de la disparatada estructura de la administración canaria. Para eso no hay huevos en la granja.