Poco a poco comienza a tomar cuerpo el estreno de "Priscilla Reina del Desierto" en el teatro Guimerá santacrucero. El musical, que agotó su estancia en el Pérez Galdós de la capital grancanaria el pasado domingo, estará en cartel entre los días 18 y 25 de enero. "Es el escenario perfecto para afrontar con alegría los próximos carnavales, es decir, que aterriza en un escenario muy especial y en el mejor momento", precisa José María Cámara, miembro de la producción de un espectáculo que ya casi está cerrando su gira nacional. "La respuesta que estamos teniendo en todas las ciudades es maravillosa y Tenerife no nos va a fallar", vacitina sobre un final de ciclo que después de su gira archipiélagica se instalará en Málaga, en San Cugat del Vallés y Vitoria.

Cámara rescata el contenido de un email remitido por un australiano que reside en Las Palmas de Gran Canaria para resumir lo que se van a encontrar los que el jueves, a partir de las 20:30 horas, acudan a la premier del Guimerá. "No sé si hay muchos australianos que vivan en Canarias, pero este concretamente se puso en contacto con nosotros para transmitirnos su felicitación por la recreación que hacemos de su país en Priscilla", abrevia respecto a las interioridades de un mensaje que viene a exaltar la fidelidad con la que se muestran algunos iconos de esta nación.

Con solo once años de historia -el musical se estrenó en 2006 en el Lyric Theatre de Sidney-, "Priscilla" se ha convertido en una de las apuestas más fiables y rentables del género. "No es un musical gay dirigido al público gay", acentúa Cámara. "Priscilla es un musical feliz para gente feliz en el que se profundiza en la escena drag. Sigue el mismo esquema de la película -Stephan Elliott dirigió en 1994 una comedia que recibió un Oscar en el apartado de Mejor Vestuario-, uno de los protagonistas se plantea ir en busca del hijo que tuvo en una relación anterior", cuenta de una trama que en el teatro no pierde su fuerza cinematográfica. "Todo gira alrededor de la música. Es lo que marca el tiempo a los espectadores: cuando las escenas son rápidas y los planos largos suenan canciones con mucho ritmo, pero si las secuencias son más largas y las tomas cortas se introducen composiciones lentas", dice de una banda sonora "fácilmente reconocible".

Otro de los aspectos que exalta Cámara sobre un título que aterrizó por primera vez en España en 2004 -durante varias temporadas permaneció en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid- es el ritmo frenético con el que se suceden los acontecimientos. "Los espectadores no tienen tiempo de aburrirse porque la acción es tan ágil que es necesario mantener una alta velocidad de movimientos, tanto en el escenario como en los accesos que dan al mismo. Además, en el intermedio uno de los drag continúa pinchando música, con lo que la diversión no se llega a tomar un respiro".

Además de la amplia escenografía y una estética que se cuida hasta el más mínimo de los detalles, el capítulo reservado a la coreografía es, a juicio de Cámara, uno de los ganchos de una experiencia que está bien rodada. "Priscilla es una gran familia en la que se han dado pocos cambios desde su estreno en España. Este equipo humano lleva junto muchos años y eso se nota a la hora de ver el espectáculo. Todo está muy rodado", incide en una fase de la entrevista en la que recupera la frase de una leal seguidora a la que se encontró en varias ocasiones viendo la función. "Sé que ya lo he visto, pero cada cierto tiempo tengo la necesidad de regresar porque no conozco otra fórmula más divertida de invertir mi dinero durante dos horas y media", pone como ejemplo un profesional del sector del ocio que subraya la efervescencia de esta aventura escénica.