Hay un libro francamente recomendable, el de Elvira Roca Barea "Imperiofobia y Leyenda Negra". Lo que sorprende en esta época es la construcción de la ignorancia y el placer que infunde la inmersión en estados de opinión fundados en falsedades. Es como si hubiera una rebelión contra la realidad desde la ficción. Hoy vivimos de los relatos. Los fenómenos psicosociales con novedoso poder de articulación de la mentalidad occidental actual son el odio, el sentimiento de culpa y el infantilismo. El autoodio y la culpa no son por nada que nosotros mismos hayamos hecho, sino que es una culpabilidad buscada y saciada en los antepasados. Así logramos hacernos sentir responsables de lo que no hemos hecho o incluso no ocurrió. Erigidos pavorosos crímenes, podemos verter nuestro odio y sed de castigo contra los culpables: tu propia cultura como valores rechazados y hostiles. Lejanísimo y difuso el motivo de odio, pero cercanísimo y concreto el odio como respuesta. La objetividad de los hechos queda suplantada por manipulaciones emocionales con las que remoralizar la historia, invirtiendo a buenos y malos justicieramente.

A la conquista de América, cualquier progre concienciado la calificará de genocidio, alegrándose de que fuera así, no por los indios, sino por demostrar la criminalidad de los españoles. El Archivo de Indias registró 200.000 españoles que habían ido a América hasta 1700 (muy pocos). En tres siglos de dominación hispana no se registra ninguna batalla, guerra o represión mencionable. La Inquisición actúa para preservar a los indígenas de herejes foráneos. No hemos oído hablar de ninguna tribu exterminada, y sí de los sanguinarios sacrificios (masacrando a otras tribus) aztecas. No hay que confundir españoles con criollos y repúblicas independientes. Las grandes ciudades y universidades del Imperio español están en América, no en la Península. La propagación del idioma español no es obra de los españoles, sino de las repúblicas independientes para fundar las nuevas naciones. Aun así, hay una extensa población de muchos millones que siguen sin hablar español en Paraguay, Bolivia, Méjico, Perú?, con una colección nada desdeñable de lenguas vivas y con mayoría de población indígena en -¡solo!- Hispanoamérica frente a la europea. Excepto Argentina. La evidencia más grosera refuta la idea de genocidio y descubre la alambicada, contradictoria e imaginaria construcción de culpa y odio (occidental contra Occidente), que revela su fraude e inautenticidad.

No debiéramos alertar tanto sobre las noticias falsas como de los esquemas y estados de opinión que manipulamos por odio como verdad, sabiendo de su estafa.